CNTE no quiere diálogo, quiere salirse con la suya

Por segundo día consecutivo, el presidente Enrique Peña Nieto aprovechó los reflectores internacionales para exponer su postura frente a la CNTE y sus presiones.

Durante su visita de Estado en Canadá, Peña advirtió que su administración no cederá al chantaje de la Coordinadora. Es decir, que dialogará, que buscará soluciones pacíficas y que evitará acciones represivas… pero que no dejará que la CNTE haga su voluntad.

Lo anterior se antoja relevante porque, luego de una segunda jornada de diálogo, la secretaría de Gobernación y al CNTE advirtieron que el gobierno federal se sentará a negociar con los familiares de los muertos durante el operativo fallido en Nochixtlán, Oaxaca.

Y decimos que es relevante porque frente a una situación que no termina de quedar clara, frente a un hecho que nadie entiende y frente a un incidente que deja más preguntas que certezas, la pregunta obligada debe ser, ¿qué van a negociar?

En entrevista para La Otra Opinión, la señora Isabel Miranda de Wallace advirtió que grupos como la CNTE han extralimitado la tolerancia de las instituciones. Además, dijo, la intención del magisterio nos es dialogar sino hacer lo que le viene en gana. Después de todo, no pretende ceder un ápice.

Para Isabel Miranda, la autoridad debe poner un alto a los chantajes de la CNTE, debe hacer valer el Estado de Derecho y debe ratificar la solidez institucional. Mientras que, la sociedad mexicana está obligada a rescatar la educación de los jóvenes, a sumar esfuerzos y a construir un frente en contra del magisterio rijoso al que poco o nada importa la educación.

En este conflicto, continuó Miranda, resulta cuestionable la actitud de las organizaciones que dicen defender los derechos humanos. Después de todo, se han puesto del lado de quienes dejan sin clases a millones de niños y no de quienes terminan condenados al fracaso, la pobreza y la ignorancia.

Por lo anterior, Isabel Miranda recordó a la autoridad que, en tanto servidores públicos, deben asumir los costos de las decisiones tomadas –las buenas y las malas–; y quedarse sin actuar es una decisión; por lo que deberán pagar los platos rotos.