Ayahualtempa

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Foto: La Otra Opinión

Constelación Política por Emilio Vizarretea
#Ayahualtempa
Son 20 jóvenes, cinco mujeres y 15 varones, del municipio de Juan José Herrera, en el Estado de Guerrero, que se han incorporado a la guardia comunitaria, para apoyar la búsqueda de sus familiares desaparecidos y defender su comunidad de la delincuencia y violencia criminal.
Es una comunidad de alrededor de mil habitantes. El municipio se ubica en la Región Centro del Estado, cerca de la capital, Chilpancingo y colinda con Chilapa y Atlixtac. La mayoría de sus habitantes viven en pobreza extrema, y se dedican a las actividades de la agricultura tradicional cuyo cultivo más relevante es el maíz y la elaboración de artesanías locales. Muy cerca de la zona de paso hacia la Montaña guerrerense, con notable población indígena.
Las fotos que se difundieron hace unos días, en donde estos niños y jóvenes portan armas, con una mirada perdida en el horizonte, con un rostro sin futuro, con un cuerpo forjado en la batalla contra la pobreza, impactaron la opinión pública nacional e internacional. Los rostros juveniles muestran un cambio de vida, el dejar atrás la vida juvenil para incorporarse a tareas de defensa en su comunidad y de búsqueda de familiares y amigos desaparecidos, secuestrados por una delincuencia que no para y no tiene límites, en comunidades abandonadas por las autoridades, olvidadas por quienes debían brindar seguridad y, claro está no permitir que estos niños/jovenes se vuelvan policía comunitaria, si las fuerzas del orden y la seguridad no los hubieran abandonado.
Esta acción desesperada de los habitantes de Ayahualtempa, que sacrifica a lo mejor de sus habitantes, ocurre en una serie de actos de la delincuencia organizada por controlar territorios, dominar personas a su servicio, robar el producto de actividades productivas y reclutar personas para su sicariato.
Ante el crecimiento y expansión territorial de los grupos criminales, la sociedad guerrerense está en estado de indefensión, las fuerzas del orden, de la seguridad y de la justicia han sido incapaces de atender y controlar la delincuencia. Desde el año pasado, cuando fue tomada la capital, Chilpancingo, los bloqueos, quema de autos, homicidios, secuestros, robos, extorsiones, derecho de piso, han ido en ascenso, ya no hay región alguna, ni municipio en el estado, que no se encuentre bajo la presencia y control de algún grupo delincuencial local.
Desde el CJNG, el Cartel de Sinaloa, la Familia Michoacana, los ardillos, los tlacos, los rusos, el CIDA y muchos grupos más, la tranquilidad se ha perdido. Después de la tragedia del huracán Otis, estos grupos se posesionaron de toda actividad, destacadamente el transporte público, en el puerto, en Chilpancingo, Taxco e Iguala, y no hay actividad comercial que no tengan bajo control, ante la simple observancia de la Guardia Nacional, o incluso del ejército y la Marina.
Guerrero, junto con otros estados como Michoacán, Morelos, Oaxaca o Chiapas, se encuentra abandonado en cuestiones de seguridad, y sus posibilidades de desarrollo se han estancado y peor aún, han retrocedido.
Por lo pronto, la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias y Pueblos Fundadores (CRAC-PF) de Ayahualtempa, Guerrero, ha armado a estos jóvenes para la defensa de su comunidad, ante los embates de la delincuencia organizada.
La acción llevada a cabo por estos 20 niños jóvenes reclutados para la policía comunitaria de Ayahualtempa, es la viva imagen del fracaso gubernamental en política social y de seguridad y desarrollo.
Lamentablemente no se avizora en el corto plazo una salida digna y sin violencia. En tiempos de proceso electoral esperemos que la pradera seca no se incendie. Y que la sangre no llegue al río. Obvio: el estado de derecho se desvanece.