Ayer ayer en pleno acto público, mientras el candidato a la presidencia de Brasil, Jair Bolsonaro, saludaba a sus seguidore, una mano emergente de la masa que lo rodeaba lo apuñaló en el abdomen.
El ataque al candidato brasileño es una muestra de la vulnerabilidad de los políticos que no cuentan con la protección de un cuerpo de seguridad especializado.
El principal sospechoso del ataque —según informó la policía— declaró haber actuado siguiendo “el mandato de Dios”.
Este acto debe ser tomado con una llamada de atención al presidente electo de México, Andrés Manuel López Obrador, quien en reiteradas ocasiones ha rechazado contar con algún un cuerpo de seguridad especial, y en lugar de ello, utilizará una “ayudantía” que no tiene la más mínima experiencia en seguridad.
AMLO Inclusive ha asegurado que va a desaparecer el Estado Mayor Presidencial,órgano técnico militar que, entre otras funciones, auxilia en la obtención de información general al Presidente de la República; planifica sus actividades personales y toma las prevenciones para su seguridad.
Ya es tiempo para que el presidente electo acepte que la campaña ya se terminó, y que su seguridad es un asunto de Estado prioritario.
No hay austeridad que justifique esa necedad, pues AMLO será un jefe de Estado y su seguridad personal se convertirá en un asunto de seguridad nacional.
Bien dicen los expertos que para un atentado no se necesita más que una sola persona que logre estar cerca de su víctima.
