APARENTAR LO QUE NO SOMOS

Especial

“Las apariencias engañan la mayoría de las veces; no siempre hay que juzgar por lo que se ve”.
—Molière

Recuerdo a una amiga que empezó a salir con un abogado que adoraba los toros y la música clásica. No se perdía una oportunidad para asistir a una corrida o a un concierto. Mi amiga se informó sobre ambos temas y, mientras eran novios, lo acompañó varias veces. Además, se esforzaba por ser la novia perfecta.
Por supuesto, cuando se casaron, ella no volvió a pararse en la Plaza de Toros y, además, hacía tremendos dramas cuando él iba con sus amigos. A los conciertos iba a veces, pero nunca con la frecuencia de antes.
Además de esas diferencias, como era de esperarse, surgieron otras, hasta que finalmente se dieron cuenta de que tenían muy poco en común y se divorciaron.
Él se llegó a quejar varias veces después del divorcio de que su ahora exmujer había cambiado mucho. ¿Cambiado? No. Tristemente, lo que sucedió es que finalmente tiró la máscara y se mostró como siempre había sido.

“AMARGADOS”

Desgraciadamente, hay quienes aparentan ser lo que no son ante el mundo exterior. Las relaciones no son la excepción, y eso es grave, ya que una relación que no tiene como fundamento la honestidad tiene pocas posibilidades de funcionar. Todos queremos saber qué terreno pisamos.
Quizá el terreno será más pedregoso de lo que nos gustaría, pero, a pesar de ello, queremos seguir en esa relación. Después de todo, ninguna relación es fácil. En todas habrá problemas. Conocer la verdadera personalidad, con todo y defectos, de quien amamos, y saber que podemos vivir con ellos, es un buen comienzo para cualquier relación.

Aceptarnos tal y como somos no es tarea fácil, pero, si no lo hacemos, probablemente nadie más lo hará. Hace años circulaba en redes sociales la fotografía de una gallina caminando con una especie de zancos junto a dos rosados flamencos. Su texto era contundente: “Las fregaderas que hace uno cuando está enamorado”. Ni cómo criticar a la gallina. En algún momento todos (ouch) nos hemos puesto en una situación similar, tratando de aparentar ser lo que no somos —y nunca seremos— para agradar a alguien.
Lo cual es evidentemente ridículo para todos, menos para nosotros mismos.
Aunque la imagen dice “por amor”, creo que debería decir: “Las fregaderas que hace uno por inseguro”. Necesitamos que esa persona nos quiera y no nos importa fingir ser algo que no somos, mentir o engañar con tal de que así suceda.

“¡HAY LUZ AL FINAL DEL TÚNEL!”

El problema es que, si nos disfrazamos de flamencos, lo que estamos vendiendo —y lo que los otros valoran— es una ilusión. Una cosa es adaptarse al entorno, y otra muy distinta es fingir.
Como siempre sucede, tarde o temprano la verdadera personalidad sale a la luz y empiezan los problemas. No es posible fingir para siempre.
Quizá el error está en esforzarnos por parecer un flamenco, cuando en realidad lo único que quería el flamenco era una gallina que estuviera feliz de serlo…

¡Buen domingo a todos y gracias por leerme!

¿Aparentas ser algo que no eres?
Espero tu opinión dejando un comentario en el blog o en mi cuenta de X: @FernandaT.