AMLO REACOMODA SU FLORERO

El presidente simplemente cambió de lugar a su florero, con el pretexto de que quiere que Sánchez Cordero le ayude a sacar adelante las reformas

Ayer se cerró un ciclo de casi tres años durante los cuales la ministra en retiro Olga Sánchez Cordero jugó un triste e ignominioso papel como secretaria de Gobernación de eso que llaman “Cuarta Transformación”.

Desde el inicio de la actual administración, su función como principal operadora política del gobierno fue suplantada en principio por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y luego por el consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra.

Y cuando por fin le soltaron el manejo del diálogo con la oposición en el Congreso, apenas hace unos días, fracasó rotundamente al no lograr apoyo para que se aprobara la ley reglamentaria sobre revocación de mandato que tanto le urge al presidente Andrés Manuel López Obrador.

No logró establecer un diálogo permanente con los gobernadores que evitara la formación de bloques opositores, como la Alianza Federalista, integrada por diez mandatarios de oposición que llegaron a amenazar con salirse del pacto federal.

Tampoco tenía una buena interlocución ni con líderes sindicales ni con líderes campesinos y no fue capaz de resolver el conflicto que tiene paralizada a la agencia Notimex desde hace año y medio.

A Sánchez Cordero no le dieron su lugar como el segundo personaje político en importancia, después del presidente de la República. No se lo dieron y ella tampoco lo exigió.

La poca valoración que tenía del cargo que ostentaba quedó de manifiesto cuando se enfrascó en un intercambio de dimes y diretes en Twitter con la cónsul de México en Estambul, Isabel Arvide.

Una secretaria de Gobernación que se rebaja al nivel de una cónsul no merece ocupar el principal despacho del Palacio de Cobián.

Sánchez Cordero permaneció en calidad de florero –un término peyorativo acuñado por el presidente López Obrador— los casi tres años que estuvo al frente de la Secretaría de Gobernación.

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Aguantó el menosprecio del primer círculo del presidente de la República y de los coordinadores parlamentarios de Morena en el Congreso y se dedicó a nadar “de muertito”.

Pero nunca se cansó de ser florero. No renunció para rescatar algo de dignidad. Dejó el cargo por decisión del presidente López Obrador, quien decidió que ahora la ministra será la presidenta del Senado. 

El presidente simplemente cambió de lugar a su florero, con el pretexto de que quiere que Sánchez Cordero le ayude a sacar adelante las reformas constitucionales que tanto le interesan.

¿No pudo convencer a la oposición de que aprobaran la Ley de Revocación de Mandato pero va a lograr sacar las reformas a la Constitución?

En realidad ni siquiera lo podrá intentar, ya que en su calidad de presidenta del Senado deberá observar una actuación institucional, alejada de los intereses de su bancada. 

OFF THE RECORD

**CUESTIONAN A SHEINBAUM

Esta vez, los cuestionamientos a la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, por el cochinero que hay en el Sistema de Transporte Colectivo-Metro no vinieron de la oposición, sino de su mismo partido.

El pasado miércoles, la diputada al Congreso local, Guadalupe Chavira de la Rosa, pidió que Sheinbaum informe sobre el recorte al presupuesto que tantos accidentes ha provocado.

**MEGABANCADA, DE RISA LOCA

La idea de una “megabancada” de Morena en la Cámara de Diputados solo está en la cabeza del coordinador parlamentario, Ignacio Mier Velasco

Crear eso que se imaginó no es viable ni legal ni políticamente. 

¿A poco los dueños de las franquicias PT y PVEM renunciarán a sus millonarias prerrogativas para hacerle el favor a Morena?

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