Uno de los aspectos por los que se critica a Andrés Manuel López Obrador, desde que era candidato a la presidencia, es que aunque por años atacó a la corrupción y la delincuencia en México desde la oposición. Ahora que puede, desde la silla presidencial, combatir estos hechos, no lo hace.
Cuando era candidato prometió encarcelar a los presidentes, específicamente a Enrique Peña Nieto. Ahora como Presidente, fingió una consulta ciudadana y como si no existieran las leyes, preguntó si querían que enjuiciaran a los expresidentes. Finalmente, el ejercicio “democrático” no prosperó y por tal motivio, no se está haciendo nada, legalmente, en contra de los expresidentes.
Además, por años criticó a los legisladores y funcionarios de otros partidos, especialmente del PRI. Pero ahora los invita a su gabinete como a Quirino Ordaz, el exgobernador de Sonora por parte del tricolor.
Pero en realidad, esto no es nuevo. Durante su juventud Andrés Manuel López Obrador cuestionó y atacó a Manuel Bartlett por la caída del sistema en las elecciones de 1988. Misma que benefició a Salinas de Gortary.
Además de esto, en libro Entre la historia y la esperanza de 1995, AMLO cuestionó los negocios entre Bartlett y el yerno del gobernador de Tabasco (1971-1977), Mario Trujillo García.
No obstante, su postura comenzó a cambiar en 2012, cuando inició la defensa de Manuel Bartlett, indicando que aunque fuera corrupto, podía cambiar.
“Si en el pasado tuvieron un acto reprobable pero están en condiciones sinceras de enmendarlo y actuar con rectitud. Poniendo por delante los intereses de la Nación, debe de permitirse la participación de quienes en otros tiempos actuaron de manera incorrecta”, indicó López durante una entrevista en la que lo cuestionaron sobre el actual titular de la CFE.
