De una vez por todas, el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) debe entender que las inversiones no creen en las buenas intenciones, esto respecto a lo que ocurre con la planta que busca instalar Tesla en México.
Tiene mucha razón López Obrador al querer que más empresas inviertan en el sureste del país. Si algo necesita esa región es desarrollo, crecimiento, empleo y oportunidades, no discursos, demagogia y nacionalismo trasnochado. El problema es que las inversiones no creen en las buenas intenciones.
Es decir, si Nuevo León despunta en la pelea por llevarse la gigaplanta de Tesla, definitivamente no es porque tenga agua. Lo que seguramente más pesa en la decisión del equipo de Elon Musk es que la región noreste (y en particular Monterrey) ha creado un entorno atractivo para las empresas.
Y, por supuesto, no es un logro del actual gobierno de Samuel García, sino una herencia de muchas décadas y generaciones en las cuales han participado las empresas, sí, pero también las instituciones educativas y, sobre todo, mujeres y hombres que creen en el trabajo y la superación. Vaya, que atraer inversiones no es cosa de suerte, sino de trabajar fuerte.
Sin embargo, el gran problema que no solo enfrenta Nuevo León sino todo México es como López Obrador no cree en los estudios de prospectiva, toma decisiones sin considerar aspectos técnicos o, peor aún, lo deja a la aclamación de la muchedumbre.
Ante la disputa por convencer a Elon Musk que no construya la gigaplanta de Tesla en Nuevo León, AMLO debe entender que las inversiones no creen en las buenas intenciones, se basan en planes mucho más desarrollados.
⚠️ Entre la ignorancia, el autoritarismo y la perversidad presidencial, ahora es AMLO el que decide dónde deben instalarse las plantas automotrices. Ojalá lo manden al carajo y hagan lo que tengan que hacer. #AmloFracasoPresidencial #Tesla @Reforma pic.twitter.com/0uCIeNQqZK
— 𝐉𝐚𝐯𝐢𝐞𝐫 𝐋𝐨𝐳𝐚𝐧𝐨 𝐀. (@JLozanoA) February 21, 2023
Con información de Reforma
JZ
