Alianza vs. Federación: la dimensión económica

Especial

El diferendo entre los estados de la Alianza Federalista y el gobierno de la República tiene un innegable lado político-electoral.

Aunque lo nieguen, cada una de las partes en el conflicto está pensando en cómo salir mejor librada de los comicios del año entrante.

Sin embargo, la discusión también puede abordarse desde una dimensión puramente económica. ¿Cuál es ésta? La medición de los resultados obtenidos en los esfuerzos del Estado mexicano por reducir las diferencias regionales en materia de desarrollo.

Uno de los propósitos de la debatida Ley de Coordinación Fiscal, aprobada por el Congreso de la Unión en diciembre de 1978 –y modificada innumerables veces desde entonces–, es paliar las carencias mediante la distribución ponderada de los ingresos federales. Por eso, a las entidades federativas con mayores necesidades les toca una mayor proporción de gasto federalizado.

Por ejemplo, en el Presupuesto de Egresos 2020, al estado de Tabasco le correspondió un monto de 21 mil pesos por habitante, mientras que a Querétaro le tocó 16 mil; a Oaxaca, 18 mil 500 pesos y a Guanajuato, 13 mil 600; a Guerrero, 18 mil pesos y a Nuevo León, 14 mil 800.

Desde un punto de vista solidario, se puede entender que, para que avancen las partes integrantes de la Federación que menor desarrollo tienen, se requiere que aquellas más privilegiadas aporten una mayor proporción de lo que tributan sus habitantes.

No cabe duda: la brecha entre las regiones Norte, Bajío y Occidente, por un lado, y Sur y Sureste, por otro, ha sido histórica. Uno puede trazar una línea desde los límites de Colima y Michoacán, en el Pacífico, hasta los de Tamaulipas y Veracruz, en el Golfo, y encontrará –con bolsones excepcionales, como la Ciudad de México– dos realidades muy distintas de país de un lado y del otro.

Pero la pregunta que debemos hacernos es si la intervención del gobierno federal y la distribución ponderada del gasto federalizado han contribuido a reducir esa brecha. Y la respuesta es que no.

Veamos cómo ha crecido el Producto Interno Bruto de diferentes estados de la República en el periodo 2003-2017, con base en datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica de Jalisco.

Mientras que en ese lapso las economías de Querétaro, Aguascalientes, Guanajuato y Nuevo León han crecido 89.12, 85.13, 64.94 y 58.75 por ciento, respectivamente, las de Veracruz, Guerrero, Tabasco y Chiapas apenas lo han hecho en 29.55, 29.71, 34.45 y 35.86 por ciento, en ese orden.

Es necesario preguntarnos por qué. El primer grupo de estados ha tenido menor retribución de recursos por parte de la Federación. En conjunto, recibirán 14 mil 607 pesos de gasto federalizado por habitante en 2020, mientras que los estados del segundo grupo recibirán 16 mil 236 pesos.

Sin duda, puede haber muchas razones que expliquen que a casi 42 años de que se aprobó la Ley de Coordinación Fiscal la mayoría de los estados atrasados de entonces sigan siendo los mismos. Pero esta realidad tendría que analizarse en el contexto del actual diferendo Alianza-Federación.

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¿Por qué hay estados que hacen más con menos y otros que hacen menos con más? ¿Acaso hay incentivos por parte de las entidades menos desarrolladas por mantener las carencias, a fin de seguir recibiendo una mayor tajada del gasto federalizado? ¿No valdría la pena pensar en cambiar la fórmula para que el gasto se reparta no sólo con base en las necesidades, sino de resultados tangibles? Más aun, ¿no correspondería tomar en cuenta las estrategias que han seguido los estados que mayores tasas de crecimiento han logrado para replicar sus experiencias en el resto del país?

BUSCAPIÉS

Tabasco fue la única entidad federativa que creció a tasa anual durante el segundo trimestre del año, el peor de la crisis causada por la pandemia. De acuerdo con el Inegi, la actividad económica tabasqueña avanzó 1.5%, sorprendente si se le compara con el -17.5% de sus vecinos veracruzanos, -13% de los chiapanecos y -10% de los campechanos. ¿Milagro económico en el Edén? No parece ser tal, sino simple resultado de la inversión federal en la refinería de Dos Bocas.