En su informe de este 1 de julio, con el motivo de celebrar el primer aniversario de su triunfo electoral y a siete meses de haber iniciado su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue acompañado por varias figuras políticas aliadas, mismas que no lo han cuestionado por sus malas decisiones.
En el templete donde ofreció su discurso, lo acompañaron su esposa Beatriz Gutiérrez Müller; le jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, y el presidente de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo.
Además, entre los los espectadores también se encontraba gran parte de su gabinete como la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto; el titular de Turismo, Miguel Torruco; la secretaria de Economía, Graciela Márquez; el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa; el secretario de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Esrpiú; el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, el secreatrio de Seguridad Ciudadan, Alfonso Durazo, y la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde.
Sin dejar de mencionar a los gobernadores de Veracruz y el Estado de México, Cuitláhuac García y Alfredo del Mazo, respectivamente.
Lo curioso de todo esto, es que ninguno de los funcionarios antes mencionados se ha atrevido, desde su puesto de trabajo, a cuestionar o criticar al presidente cuando éste claramente miente o simplemente no respeta la ley, como lo fue este evento, pues acorde a la misma el titular del Ejecutivo sólo tiene derecho a presentar un informe de gobierno una vez al año ante el Congreso de la Unión.
Es lamentable que representantes del Legislativo, mandatarios estatales —incluso de de otros partidos—, no sean capaces de hacerle entender a AMLO que algunas de sus acciones están mal.
Para muestra, el político tabasqueño dijo que ya cumplió 78 compromisos de los 100 que manifestó al principio de su administración: pero de acuerdo con el diario Contrapeso Ciudadano no ha realizado 71, algo que más de uno de dentro y fuera de su equipo de trabajo debe conocer.
Solo el tiempo pondrá a cada uno en su lugar, esperemos que no sea demasiado tarde cuando integrantes del gabinete, legisladores y gobernadores se den cuenta que nunca tuvieron que solapar al presidente.
