Tal parece que la promesa de un estado pacificado gracias a la cuarta transformación sólo han quedado en eso: en promesas. Y es que son tantas las fosas clandestinas en Veracruz que los Servicios Médicos Forenses (Semefo) no pueden con tanta carga de trabajo.
De norte a sur las instalaciones de esta institución laboran en condiciones innombrables: no tiene aire acondicionado, escasean las planchas de disección, no tienen agua, no cuentan con la cantidad necesaria de materiales, ni frigoríficos suficientes y tampoco cuentan con personal de seguridad.
“Se empezaron a poner mal las cosas, porque nos llenamos de cuerpos y no nos mandaban recursos ni para el jabón. No había para reparar una cámara, para el succionador de sangre. En ocasiones, de nuestra bolsa teníamos que comprar jergas o zacates para lavar las tablas y los instrumentos y a veces hasta las batas, los mandiles”, comentó la ex trabajadora de la Semefo Edna López al periódico Milenio.
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Mucho trabajo le espera al gobernador morenista Cuitláhuac García y al fiscal de Veracruz, Jorge Winckler, para remediar la violencia que ha dejado a las familias de la entidad aterradas ante el inminente crecimiento de la inseguridad.