El eterno pleito entre Israel e Irán

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Foto: Internet

En el año 2002, poco después de los ataques a Nueva York y Washington, el gobierno de los Estados Unidos definió que en la política internacional existía un Eje del Mal, conformado por Irak, Corea del Norte e Irán. La intervención norteamericana en Irak llevó a una conclusión para esos países: para la supervivencia del régimen, era necesario del efecto de la disuasión. Es decir, entendieron que su estabilidad dependía de hacerse con la bomba atómica.

Ahí está el origen del conflicto, ya en serio, entre Israel e Irán. Antes, desde la época de la revolución que depuso al Sha, Irán se había comprometido con la destrucción del Estado israeí, al que considera usurpador de la tierra palestina. Pero hasta la década del 2000, todo era más o menos retórica. En la actualidad, no es un país nuclear pero casi: la República Islámica ha conseguido enriquecer uranio, según ha anunciado ella misma, al 68%, muy cerca ya del 90% necesario para desarrollar la bomba atómica. Los expertos sostienen que ese paso se podría realizar en pocas semanas o meses. Teherán, sin embargo, no lo ha hecho, y ha esperado usar su capacidad de tomar esa decisión para llegar a un acuerdo con EEUU y conseguir que se levanten todas o gran parte de las sanciones internacionales que pesan ahora mismo contra la República Islámica.

Israel, por su parte, es el único país de Oriente Próximo que dispone del arma atómica, aunque no lo haya reconocido públicamente. El que Irán no sea todavía una potencia nuclear ha generado que Israel, esporádicamente, realice ataques y asesinatos selectivos de científicos y militares, relacionados con el sector de la energía atómica persa, bajo la dirección del Mossad (considerado el mejor servicio secreto del planeta). El último y mayor de ellos fue en 2021, cuando el líder del programa nuclear de la República Islámica, Mohsen Fajrizadeh, fue tiroteado en su propio coche a las afueras de Teherán.

India, Pakistán … Pakistán, India

En 2024, Tel Aviv fue un paso más allá: utilizando ya sus Fuerzas Armadas y bombardeó la embajada iraní en Damasco. Eso provocó una pequeña oleada de ataques y respuestas entre ambos países: la primera vez que los dos enemigos acérrimos se atacaban y bombardeaban abierta y directamente. Las respectivas ofensivas, eso sí, fueron siempre realizadas para causar el mayor ruido mediático pero el menor daño posible. Los ataques de este jueves, que Israel asegura que continuarán como mínimo durante dos semanas más, han cruzado esta última línea: mató a altos jefes militares, entre ellos el jefe de la Guardia Revolucionaria, y científicos nucleares iraníes en un ataque dirigido también a instalaciones vinculadas al programa nuclear iraní, la famosa planta nuclear subterránea de Fordó.

Israel justifica el ataque debido a que régimen iraní ha financiado y dirigido ataques contra Israel a través de agentes terroristas (como Hamás y Hezbolá). Bajo la perspectiva israelí, Irán ha alimentado la inestabilidad en toda la región, al tiempo que declara abiertamente su intención de destruir y eliminar el Estado de Israel.

El ataque se da en medio de un contexto muy particular: por una parte, la actuación del ejército israelí en la Franja de Gaza (el mismo día del ataque,  Israel mató a 103 personas en Gaza) y, por otra, la situación en EEUU. Por un lado, las protestas masivas de la comunidad latina (el ataque sirve para que los medios les den menso cobertura y, por tanto, Trump y su gobierno tengan más despejada la agenda). Y menos conocidas, las negociaciones entre Washington y Teherán para llegar a un acuerdo sobre el programa nuclear (algo que era un compromiso del presidente Trump) y conseguir que se levanten todas o gran parte de las sanciones internacionales que pesan ahora mismo contra la República Islámica.

La muerte del papa y la geopolítica religiosa

Este último punto, como es lógico, ha levantado muchas sospechas en Israel. Entonces, viene la pregunta: qué tanto sabía Washington de las intenciones del primer ministro israelí, Benyamín Netanyahu. Según fuentes anónimas estadounidenses, las negociaciones de este próximo domingo con Irán en Omán siguen en pie. Teherán, sin embargo, asegura que han sido canceladas.

La hipótesis puede ser justamente esa: reventar las negociaciones. El momento en que llega el ataque claramente indica que el Gobierno de Netanyahu no tiene ninguna intención de resolver ningún asunto a través de la vía diplomática, y que no duda en dinamitar la estabilidad regional y la paz global. Entre tanto, la Marina estadounidense ordenó el desplazamiento de dos destructores hacia el Mediterráneo Oriental. Los navíos están equipados con misiles balísticos y de crucero. El Pentágono ya realizó un movimiento similar en octubre, después del ataque israelí a la embajada iraní en Damasco, y ayudó a Israel a repeler un bombardeo masivo lanzado por Irán.

Hay que estar pendientes de cómo se desarrolla este conflicto, que es a día de hoy, el máximo exponente de la fragilidad de la paz y seguridad del planeta.