GUERRERO SOS

VIZARRETEA-CONSTELACION-POLITICA-SEGUNDO-DEBATE
Foto: La Otra Opinión

En las últimas semanas, el Estado de Guerrero, la sociedad guerrerense y los gobiernos estatales, municipales y federal han tenido eventos violentos, delincuenciales y criminales, que los han colocado en una situación compleja que ha afectado la gobernabilidad local.

La batalla campal abierta, que se ha generado entre los grupos criminales que existen en la entidad, se ha recrudecido en las últimas semanas, por la conquista de plazas, el predominio en cada una de ellas, el portafolio de actos delictivos, los homicidios dolosos, los secuestros y cobro de derecho de piso, la confrontación o complicidad con autoridades locales, así como la toma de oficinas de gobierno y la quema de vehículos de transporte público entre otros, han sido expuestos en medios de comunicación y redes sociales, donde se visibilizan la acumulada tensión que ha violentado la vida cotidiana social, política, económica y militar, en las ocho regiones que configuran la entidad.

Si bien esta situación está generalizada en el país, existen registros de violencia distintivos en el estado desde finales de los años 60s, en donde movimientos sociales y campesinos -los copreros-, la guerrilla encabezada por Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, y la producción de mariguana y amapola -la golden-, relacionados con la acción militar, hasta los eventos de Aguas Blancas, y de Iguala-Ayotzinapa, asociados a la alternancia política gubernamental en los principales municipios de cada región y en el gobierno estatal.

Desde entonces, los años 60s y 70s, la gobernabilidad ha estado marcada por eventos violentos locales de impacto nacional e internacional. Que se asocian a los reacomodos de la propia delincuencia y a las estrategias de seguridad nacional y pública.

Hay una disputa por los recursos naturales, la madera, la minería, el transporte público, el comercio, la construcción, las pollerías y tortillerías, la joyería, la productividad y actividad empresarial regional, hasta la producción de drogas, la extorsión, el secuestro y los múltiples muertos, asociados a bloqueos de casetas, actos terroristas de quema de autos, de uso de drones y de muertes sumamente violentas como los venadeados, quemados y descuartizados por estos delincuentes.

Y de entonces a la fecha, los carteles nacionales, los grupos criminales regionales y las células locales, actúan día y noche por controlar las plazas, los pueblos y comunidades, los gobiernos locales y la voluntad ciudadana, afectando el desarrollo y la seguridad regional y local.

La geografía de la violencia es pública. Las alianzas entre los grupos delincuenciales construyen fortalezas y cambios en las posiciones de control de las plazas: los rojos, los tlacos, los jaleacos, los arreola, los maldonados y los granados, se articulan en la Federación Guerrerense. Los rusos, la bandera, los ardillos y el cida, con la Familia michoacana. Los rusos se vinculan con el cartel de Caborca. El cartel de Jalisco y los emes también. Más el cartel de Sinaloa y los resabios de los Beltrán Leyva. No hay región, ni municipio que no cuente con presencia de uno o varios de los principales carteles, grupos criminales regionales o células locales, que no cometan actos delincuenciales.

Los eventos recientes desde la toma de la capital del estado, Chilpancingo, han mostrado los controles de estos grupos delincuenciales, de una base social amplia, que avizora ya no el control de futuras autoridades municipales y legisladores distritales, sino la imposición abierta de ellos.

El grave estado de indefensión en que se encuentra la sociedad guerrerense, y los turistas que visitan la entidad, ante los embates de la delincuencia organizada, ha colocado en una situación complicada a las autoridades; queda la impresión de que las instancias de seguridad pública y nacional han sido rebasadas; que la coordinacion entre los tres niveles de gobierno debe fortalecerse y enfocar una estrategia que resuelva a fondo estos problemas.

La inteligencia y operación policiaca debe otorgar y devolver la seguridad y tranquilidad perdidas. Los vínculos gubernamentales estatales y municipales con el ejecutivo federal deben insistir del necesario respaldo de militares, navales, guardianes y de las instancias judiciales para atender coordinadamente, estos conflictos.

El gobierno estatal ha mantenido la prudencia y evitado baños de sangre, ha buscado con paciencia el diálogo con todas las partes, sobre todo con los demandantes, ha persistido en su protección de la sociedad; sin embargo el actual grado de descomposición, necesita un mayor respaldo de la sociedad y la colaboración estratégica del ámbito federal. Desde luego, la gobernadora, su familia -que ha sido atacada y amenazada- y sus colaboradores, así como autoridades municipales, habrán de dar más esfuerzo para que los programas sociales se mantengan y lleguen a sus beneficiarios. Para que haya gobernanza con gobernabilidad.

Son tiempos difíciles y decisivos, que demandan compromiso y responsabilidad, conocimiento y talento, para recuperar la paz social y la estabilidad, en donde todos tienen algo que aportar, para que el estado de derecho prevalezca. Guerrero ha dado páginas de gloria a la nación, Acapulco ha sido una ventana de México al mundo. Guerrero seguirá aportando lo mejor de sí, para beneficio de los guerrerenses y de la nación. No permitamos que el otrora paraíso devenga un infierno.