LA FUERZA DE LAS PALABRAS

Las palabras tienen fuerza. Palabras sabias, dichas a tiempo, pueden cambiar una vida

En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”. (Juan 1 – 1).
Con estas palabras, da inicio el primer capítulo del Evangelio de San Juan en el Nuevo Testamento. En el hinduismo, existe el concepto Matrika Shakti que se refiere al poder detrás de las palabras, reconociendo, que el lenguaje es creador.
Las palabras tienen fuerza. Con las palabras nos comunicamos, expresamos nuestros sentimientos y plasmamos nuestras ideas. Las palabras son los ladrillos con los que construimos –o destruimos– nuestra vida.
Queremos vivir en una sociedad incluyente y justa; para lograrlo debemos ser congruentes con nuestra palabra. Hace unas semanas en la ceremonia de entrega de los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, vimos, como parte del “entretenimiento”, a un comediante hacer bromas acerca de la enfermedad de la esposa de uno de los nominados.
Si bien la reacción violenta de su marido es equivocada e inexcusable; desafortunadamente poco se habló de la violencia verbal y de la agresión que se esconde detrás de las bromas.
Las palabras pueden causar mucho más daño que un golpe, crean moretones en el alma, heridas invisibles que pueden durar para toda la vida.
Llevo años oyendo reclamos sobre los cambios que debe hacer la Academia sobre diversidad e inclusión y sin duda hay logros, pero creo que es momento de tener una conversación seria sobre el acoso y violencia que se esconden detrás de “una broma” y si hacer sentir mal a los demás (sin su consentimiento) es una forma válida de entretenimiento en un evento que miran millones de personas.
Los defensores de los animales consideran inaceptable que haya espectáculos en dónde los maltratan. Creo que el maltrato verbal a los seres humanos es igualmente inaceptable y no puede haber espectáculos que lo permitan.
Vivimos en tiempos difíciles y violentos. Por lo mismo, debemos poner una mayor atención a las palabras que usamos para expresarnos. Me parece muy positivo que haya críticas para servidores públicos, pero las críticas deben centrarse a sus hechos, dichos u omisiones, no a su físico.
Si bien muchos de sus dichos y acciones me parecen equivocadas; estoy absolutamente en contra de las burlas a la apariencia de la senadora Citlali Hernández o de Mario Delgado.
De la misma forma, me parece muy inexcusable el que el presidente Andrés Manuel López Obrador respalde que se les llame traidores a la patria a quienes votaron en contra de la reforma constitucional en materia eléctrica.
Pensar diferente, o tener una visión contraria de lo que requiere un país en una democracia no es traición, sino libertad de expresión y pensamiento. Y para vivir en democracia, todos tenemos que respetar a quienes piensan diferente, no hay otro camino.
La palabra construye y dependiendo de la congruencia con nuestras acciones también nos define. Si, por ejemplo, decimos que somos muy puntuales y siempre llegamos tarde, entonces no somos puntuales, somos mentirosos. Don Miguel Ruiz, conocedor de la fuerza de la palabra, nos habla en su libro “Los Cuatro Acuerdos”, acerca de la importancia de ser “impecables” con la misma. Honrar nuestra palabra es honrar quienes somos.
Si verdaderamente la actual administración quiere lograr una transformación, debe existir una total congruencia entre palabras y acciones. De nada sirve que nos hablen del fin de la corrupción, cuando ésta se sigue permitiendo.
Tristemente en 2021 se mantuvo la tendencia en la que ocho de cada diez contratos del gobierno fueron entregados por adjudicación directa. Ejemplos sobran de que los actos de corrupción no son debidamente investigados.
De nada sirve que en los informes los datos que nos proporcionan en las conferencias matutinas del presidente no sean exactos y el fiel reflejo de la realidad. No es posible hablar de cambios y transformaciones, cuando lo único que vemos es la repetición de las conductas que antes criticaban. Total incongruencia, pues.
Las palabras tienen fuerza. Palabras sabias, dichas a tiempo, pueden cambiar una vida.
Palabras de apoyo en un momento difícil son un bálsamo para el alma. Palabras que no van acompañadas de las acciones correspondientes, son sólo eso: palabras huecas y vanas. 
No me queda más que repetir lo que dije en un inicio: Si queremos vivir en una sociedad incluyente y justa; debemos ser congruentes con nuestra palabra. Punto.
Buen domingo a todos y gracias por leerme.

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