Imagine que está en Veracruz. Llegó el día de las elecciones. Son las 10 de la mañana y desayunó unos ricos chilaquiles, un jugo de naranja y un delicioso café. Se dispone a salir de casa en dirección a la casilla más cercana. Es tiempo de emitir su voto.
Imagine que todavía no ha sabe qué candidato elegirá para que gobierne el estado durante los siguientes dos años.
De camino a la casilla, recuerda que hace cinco días, la oficina del presidente estatal del PAN, José de Jesús Mancha Alarcón, fue incendiada con bombas molotov.
Y días antes, las oficinas del Frente Revolucionario de Líderes Sociales del PRI también fueron atacadas con explosivos caseros.
Además, a su cabeza llega la voz el ex presidente de México, Felipe Calderón, quien apenas acusó a Javier Duarte de haber desviado 3 mil millones de pesos.
Y al mismo tiempo, se acuerda de que al candidato del PAN-PRD, Miguel Ángel Yunes Linares, lo acusan de pederastia, de corrupción y de enriquecimiento ilícito.
Para estas alturas, seguramente no sabe qué creer. Le cuesta más trabajo tomar una decisión. ¿Votar por el PRI de Javier Duarte, quizá uno de los peores gobernadores de Veracruz? ¿Votar por la alianza PAN-PRD? ¿Votar por Morena y su candidato pato?
Si bien del abanderado de Morena –Cuitláhuac García– se ha dicho poco, los enterados aseguran que el candidato de AMLO podría tener una larga cola. Además, detrás de la candidatura de García están López Obrador y su pacto con Javier Duarte y el PRI.
Por eso, la pregunta regresa, ¿por quién votar?
A unos pasos de la casilla, piensa en la guerra sucia. El golpeteo fue tan severo que dos sedes partidistas terminaron incendiadas.
¿Por quién votar? No lo sabe.
Quizá, en este momento, decide regresar a casa. Tomarse un par de horas y reflexionar. Después de todo, por donde se mire, en Veracruz el proceso electoral es mucho más complicado de lo que muchos piensan.
