Terrorismo en Paris. “¡Fue el Estado!”

En México no son pocos los descocados que tratan de justifican el ataque del Estado Islámico al corazón y la cultura francesa. Más aún, abundan los fanáticos que aplauden la masacre porque consideran que es una suerte de “legítimo” cobro de facturas a las potencias francesa, inglesa, alemana y española.

Y frente a esa miseria humana –exaltada incluso por el periódico oficial de aquellos motejados como “chairos”–, podemos especular que si el ataque del Estado Islámico hubiese ocurrido en México y contra mexicanos, esos “patriotas” se habrían apresurado a enderezar el mismo montaje que durante 15 años han levantado para debilitar las instituciones y, con ello, tratar de asaltar el poder.

Es decir, habrían cuestionado al presidente por declarar la guerra a los enemigos de México; por proponer el exterminio de aquellos fanáticos que matan ciudadanos inocentes, sea en actos de terror o mediante las temerarias formas empleadas por el crimen organizado.

Si el presidente hubiese decretado estado de excepción para perseguir a los criminales que atentaron contra ciudadanos inocentes y para poder catear domicilios sin mandato judicial, los “chairos aztecas” habrían acusado al Estado de violentar los derechos humanos de los terroristas, mientras prontas las comisiones de derechos humanos habrían emitido recomendaciones a favor de los terroristas.

Los “Chairos” habrían realizado marchas y manifestaciones a favor de los detenidos presuntos terroristas, con el argumento contundente de que se violentó el debido proceso y sus derechos humanos durante su detención. Y claro, habrían invocado la intervención urgente de la CIDH, cuyos patiños habrían lanzado severas condenas por una generalizada violación de derechos humanos en México.

La ciudad de México se habría paralizado por la movilización, bloqueo y ataques sin freno del anarquismo a sueldo que, furioso, habría vandalizado la ciudad en protesta por “la criminalización” de los presuntos terroristas. “¡Un acto justiciero, jamás será delito!”, gritarían por las calles mientras causaban destrozos en comercios y lugares de pecado de la ciudad.

A su vez, grupos bien identificados, mejor organizados y con financiamiento sin límite –radicales de caviar–, habrían iniciado rondas de lectura de los textos sagrados del Estado Islámico, en memoria de los terroristas caídos, a los que recordarían cada 12 horas con ceremonias cuyo clímax sería el “pase de lista”, en medio del grito de guerra del “terrorismo azteca”. ¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!.

Durante semanas, bloqueado el corredor Reforma-Zócalo, acusarían a la “prensa vendida” por exhibir sólo los daños provocados por el “terrorismo azteca”, por exaltar el carácter de víctimas inocentes de centenares de muertos y por “criminalizar” a los criminales y, claro, pero ocultar la complicidad de la “prensa vendida” con el poder en le perversa persecución de los terroristas aztecas.

El bloqueo del corredor Reforma-Zócalo sería una estratagema de presión para lograr una “negociación civilizada” del “conflicto” desatado entre el “terrorismo azteca” y el gobierno. Es decir, los “chairos” habrían exigido “una mesa de diálogo” al más alto nivel, para retirar todas las acusaciones contra los criminales.

Y como parte de esa presión política, habría iniciado una campaña nacional e internacional para denunciar que los atasques terroristas fueron una acción del Estado. ¡Fue el Estado!, gritarían en México y el mundo.

Por fortuna, el ataque terrorista no fue en México.

Al tiempo.

Tomado de El Universal