Revolución nicaragüense: Un engaño

Desde el 2007, el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, mantiene secuestradas a las instituciones de su país, pues controla al poder Legislativo y a los órganos electorales; además ha colocado a sus familiares en los principales puestos de dirección política.

Poco o nada queda del que formó parte del grupo de opositores y fue ayudado por López Portillo y otras naciones para derrocar al dictador Anastasio Somoza. Ahora Ortega se ha convertido en el dictador, en otro “mafioso del poder”.

En entrevista para La Otra Opinión, el doctor Adolfo Laborde, internacionalista del Tec. de Monterrey, comentó que el mandatario nicaragüense olvidó sus ideales políticos y se encargó de silenciar a los medios y controlar a las masas por medio de un discurso populista con tal de seguir degustando  las mieles del poder.

En este sentido, el especialista afirmó que si Daniel Ortega sigue al frente de Nicaragua se debe a su habilidad para manipular su entorno, y gran parte de éste tiene que ver con la sociedad.

“Los ciudadanos son responsables en gran medida de que aún en el siglo XXI se sigan dando las dictaduras, pues ellos propician el crecimiento de los ‘animales políticos’ como Somoza o Ortega, los cuales se desarrollan y se reproducen con el único fin de mantenerse en el poder”, resaltó Laborde.  

Para el entrevistado, si un revolucionario llega al poder y cambia su ideología es porque nunca tuvo las bases sólidas de su pensamiento y siempre fue un oportunista.