Periscope, invitación al odio

Este sábado, el panista Diego Fernández de Cevallos ofreció una fiesta con motivo de su cumpleaños número 75.

Como ya es costumbre, al evento acudió la crema y nata de la clase política mexicana.

Y como también es costumbre, la delegada de Miguel Hidalgo –Xóchitl Gálvez–, activó su periscopio durante el evento para difundir imágenes de los invitados.

Si bien algunos políticos se mostraron incómodos con la “balconeada”, lo cierto es que las reacciones más virulentas aparecieron en redes sociales.

Y es que, para muchos, resultó ofensivo ver a tantos políticos juntos.

Por eso, no faltaron las mentadas y las groserías; los gritos y sombrerazos; los escupitajos virtuales y los piquetes de ojos para buena parte de la concurrencia en el evento de Fernández de Cevallos. En especial, a los señores Carlos Salinas y Felipe Calderón.

La ocasión es el pretexto ideal para recordar que en las redes sociales gobierna la llamada legión de idiotas. Es decir, que en estos espacios virtuales poco o nada importan los argumentos, las razones de peso o el sentido común.

Para la inmensa mayoría de usuarios, lo único que pesa –y que parece importar–, es seguir la corriente, es sumarse a la borregada, es ser parte del linchamiento.

Evidentemente, muchos no comprenden que la política es, por definición, una actividad que se construye sobre el diálogo. La política, de suyo, obliga al intercambio de ideas y la confrontación de posiciones. La política es, desde siempre, la práctica de la negociación, de la persuasión y del conflicto.

Por eso, eventos como el de Diego Fernández son relevantes, son saludables y son necesarios. Porque los políticos –como los que convocó el panista–, requieren de espacios como estos para llevar a cabo su labor.

Y es que, pocas veces, políticos de todos los partidos –con una larga carrera en el servicio público–, tienen la oportunidad de charlar, de convivir y de divertirse en conjunto. Por eso, quienes se burlan, quienes se enojan y quienes reclaman por la fiesta de Diego Fernández sólo confirman que en redes sociales abundan las legiones de idiotas. Y si no, al tiempo.