Dilma Rousseff: a 54 pasos del precipicio

Este jueves, el maratónico proceso de juicio político en contra de Dilma Rousseff entró en su etapa definitiva. La presidenta de Brasil —que se encuentra suspendida de su cargo desde mayo— podría conocer su destino a mediados de la próxima semana, cuando los senadores decidan si será destituida de su cargo o confirmada en el mismo.

Al iniciar la sesión, el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Ricardo Lewandowski —encargado de verificar la constitucionalidad del proceso— instó a los senadores a dejar de lado sus pasiones partidarias, pues durante el proceso se convertirán en jueces de la aún presidenta.

Sin embargo, parece que lo único que los senadores no dejaron de lado fueron sus pasiones. Luego de que Lewandowski negara la suspensión del juicio, la sesión se desarrolló en medio de insultos y acusaciones.

Miembros del Partido de los Trabajadores (PT) mencionaron que el senado no tiene autoridad moral para juzgar a Rousseff, y calificaron a los simpatizantes del vicepresidente Michel Temer —quien presumen que está detrás de un golpe de Estado para acceder al poder— como “corruptos”. Por su parte, los senadores del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), aliados de Temer, acusaron a los del PT de robo y hasta de drogadicción.

Se tiene contemplado que se presenten a declarar ocho testigos. Dos de ellos serán de la Fiscalía, que buscará comprobar que Rousseff alteró el presupuesto sin aval del Parlamento y retrasó el pago a bancos públicos para maquillar las finanzas de su administración. El resto de los testigos serán presentados por la defensa de la mandataria.

Por su parte, Rousseff se jugará su última carta el lunes cuando comparezca ante los senadores para defender su inocencia. Además del argumento de que todo se trata de un “golpe” orquestado en su contra, miembros del PT han dejado entrever que las faltas cometidas por la mandataria no son una violación a la Constitución, sino a la Ley Fiscal.

No obstante, senadores del Partido Progresista indican que no sólo se juzgará la “responsabilidad contra la Constitución” en que presuntamente incurrió Rousseff, sino “”la cuestión política, la situación general”. Cabe recordar que el país se encuentra sumido en una crisis económica y social casi generalizada.

Entonces, por más que Rousseff y el PT denuncien un golpe de Estado, todo parece indicar que la aún presidenta se encuentra a 54 pasos del precipicio. Y es que son precisamente 54 —de 81 posibles— los votos necesarios para una destitución definitiva. Algunos informes indican que Temer y sus colaboradores ya habrían negociado el intercambio de cargos políticos por votos en contra de Dilma, por lo que su caída luce inminente.