CARLOS LORET; CENSURA ANUNCIADA

Sólo era cuestión de tiempo.

La suerte de Carlos Loret, en Radio Centro –igual que la de otros periodistas de esa frecuencia–, estaba echada desde que el entonces Presidente electo pidió a los concesionarios contratar a Carmen Aristegui.

Y es que, como saben, el presidente manda en muchas empresas concesionarias de radio y televisión y en muchos medios, en general.

Pero también se sabe que Aristegui no tolera competidores y cree poseer la titularidad de la secretaría de “aplausos y porras” del nuevo Presidente.

Aristegui es, en pocas palabras, la consentida del Presidente.

Por eso, Loret y otros periodistas que estorbaban las ambiciones de Aristegui fueron quitados del camino. “A la reina todo”, a los peones nada.

La diferencia entre Loret y otros periodistas desplazados por la “secretaria de porras y aplausos” de Obrador, es que el yucateco tiene dignidad y principios.

El programa “Sin Anestesia” era el de mayor rating y el noticiero de Aristegui estaba perdido en el cuadrante. Más aún, el Presidente Obrador escuchaba a Loret, no a Carmen.

El en fondo, Loret de Mola fue obligado a salir de Radio Centro o, en cambio, aceptar la indigna decisión de “picar piedra” en el peor horario. Se impusieron dignidad y principios; gemelas de las que carecen muchos colegas.

Sin embargo esa es sólo una cara del problema. Sea Loret, sea el que gusten o manden, todos los periodistas críticos de López Obrador serán echados y los medios presionados a entregar las cabezas.

¿Por qué? Porque el presidente Obrador y su claque –su gabinete–, no toleran la crítica, el pensamiento libre, distinto; rechazan el disenso y aspiran a la sumisión mediática y periodística.

Pero eso tampoco es nuevo. En mayo pasado, cuando renunciamos a Milenio, advertimos lo siguiente. “En el fondo, los que lincharon a Ricardo Alemán le avisan a todos los mexicanos lo que será el trato con los críticos en un gobierno de Morena; el que se atreva a disentir será linchado”.

Hoy Loret fue sacrificado, pero el linchamiento y la persecución contra los críticos empezó con Ricardo Aleman.

Y así lo dijimos: “Detrás del linchamiento está la mano de Morena –lo hemos probado–, el partido más interesado en callar nuestra voz y la de todos aquellos que han advertido sobre el peligro que significa para la democracia la eventual llegada al poder de Morena.

“Lo preocupante es que los incitadores al linchamiento son los mismos que se dicen de izquierda; aquellos que en los años 60, 70 y 80 cuestionaban –por ejemplo–, el golpe a Excélsior, a El Día; los que gritaban “prensa vendida”; los que acusaban a los gobiernos de Díaz Ordaz, Echeverría y López Portillo, de represores, censores y violadores de la libertad de expresión, del derecho a disentir y a criticar… son los modernos Torquemada,

“Y si hoy nos difamaron y calumniaron, si fueron capaces de un montaje monstruoso como el que hizo recular a Televisa y puso en peligro la marcha de Milenio –por las presiones de dentro y fuera–, mañana será cualquier otro crítico de Morena y pasado mañana será tal o cual medio, empresa o institución mediática… y también es cierto que los carniceros de hoy serán las reses de mañana!”.

El tiempo nos dio la razón.

Al tiempo.