¿El PAN también convirtió a la reforma política del DF en moneda de cambio?

Como seguramente sabe, el pasado 15 de diciembre, el Pleno del Senado aprobó la Reforma Política del Distrito Federal.

Como seguramente sabe, esta reforma pretende cambiar significativamente el orden político y territorial de la capital del país.

Y como seguramente sabe, este proyecto se encuentra en debate desde hace años.

Y aunque el objetivo de la reforma –según dicen–, es que la capital del país tenga las mismas obligaciones y prerrogativas que las de los demás estados; en La Otra Opinión hemos sugerido que esta reforma no es más que una moneda de cambio entre los partidos que encabezan el Poder Legislativo.

Por ejemplo, hace días, la bancada del PRI en el Senado de la República frenó el 10 de diciembre la discusión de la reforma. No obstante, no tuvo inconvenientes en aprobar el proyecto cinco días después.

¿A qué se debió el aparente cambio de parecer? Aquí dijimos que el PRI habría frenado el apoyo al proyecto a cambio de que el PRD hiciera a un lado caso del ex subsecretario de Gobernación Arturo Escobar. Un caso que desapareció del espectro político y mediático,  luego de que se aprobó la reforma.

Lo curioso es que, incluso después de que la mayoría en el Senado diera luz verde a la reforma, incluso después de que el proyecto se envió a los congresos locales para su aval, e incluso después de que –para muchos–, la reforma era prácticamente un hecho, ahora fue el PAN quien intentó bloquear el proyecto.

Esta mañana, tres senadores del partido azul solicitaron a las cámaras estatales que no aprueben la reforma. El argumento principal de Acción Nacional es que –de respaldar el texto como está– la reforma política dotaría a la Ciudad de México de autonomía inédita y de recursos que no poseen otros estados.

Según los legisladores, la Reforma del DF beneficiaría a la capital del país en detrimento de los ingresos de las entidades.

La carta fue firmada por los senadores José María Martínez, Ernesto Ruffo y Víctor Hermosillo; quienes desde el principio se opusieron a los cambios en la Constitución.

Y aunque la intención de los legisladores podría ser desinteresada y quizá busquen el bien común, no está de más hacer dos precisiones:

La primera, que la presencia del PAN en los congresos locales no le alcanza para frenar el proyecto.

Y la segunda, que podría ser que las verdaderas intenciones de los panistas sean otras. Es decir, que igual que el PRI, este puñado de senadores buscarían usar la reforma política como moneda de cambio.

¿Será ésa la situación? De confirmarse, la pregunta obligada sería, ¿Por qué el escándalo por algo que prácticamente es un hecho?