Dilma Rousseff ¿Con un pie fuera de la presidencia?

Luego de haber sido suspendida en mayo, y en medio de escándalos de corrupción, Dilma Rousseff se encuentra al borde del abismo. La madrugada de este miércoles, el Senado votó a favor de continuar con el juicio político en contra de la mandataria brasileña, con lo que queda a una votación más de ser destituida definitivamente de su cargo como presidenta.

El salto al abismo de Rousseff dista mucho de ser tan artístico como los de los clavadistas de los Juegos Olìmpicos de Río 2016, que la brasileña ayudó a organizar. Más bien parece que los legisladores la han hecho caminar por el tablón de un barco pirata, y están a punto de arrojarla a los tiburones.

El primer empujón para Rousseff fue de parte de la Cámara de Diputados. En mayo la cámara baja aprobó iniciar el proceso, luego de que la presidenta fuera acusada de usar dinero de bancos públicos para maquillar las cifras de su administración. Aparentemente, Rousseff utilizó recursos para ocultar el déficit y aumentó el gasto público para asegurar su reelección en 2014.

El segundo empujón llegó de parte del Senado, cuyos integrantes aprobaron —apenas el 4 de agosto— que se procediera a un juicio político en contra de Rousseff.

Este martes, se dio el tercer empujón: 59 votos a favor y 21 en contra; los senadores aprobaron proceder a una votación definitiva a finales de agosto, en la que se decidirá si Rousseff es destituida o absuelta.

Si en la próxima votación dos terceras partes del Senado así lo deciden, Dilma deberá dejar el cargo y será inhabilitada por ocho años, en los que no podrá ejercer cargos de elección popular. El último empujón parece inminente, pues las dos terceras partes de los votos necesarias para destituir a Rousseff equivalen a 54 senadores; cabe recordar que en la votación de ayer fueron 59 los senadores que se pronunciaron en su contra.

Sin embargo, la destitución de Rousseff no terminaría con la crisis política en Brasil. El vicepresidente, Michel Temer —a quien Dilma acusa de haber orquestado un golpe en su contra, y que ocuparía el cargo hasta el 1 de enero de 2019— también es señalado por escándalos de corrupción luego de que un empresario declaró que recibió dinero de una red de corrupción relacionada con Petrobras como incentivo para su campaña.

Por otro lado, este acontecimiento sí podría marcar el fin de una época de populismo en Brasil. El desprestigio en que han caído los gobernantes del Partido de los Trabajadores (PT) Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff podría llevar a la alternancia a partir de 2019.