Ciego, sordo e idiota

Es común que el comportamiento violento de algunos “guaruras” de hombres y mujeres de poder es, en no pocos casos, el retrato hablado de la impunidad de sus patrones.

El guarura prepotente, golpeador y que violenta reglas elementales de convivencia, comete esas irregularidades porque se sabe protegido, si no es que alentado y hasta premiado por quien le paga.

Y el caso de Alberto Sentíes Palacios –propietario del Ferrari cuyo “guarura” bajó de su vehículo a un joven al que golpeó y asaltó–, no es la excepción. En efecto, el patrón del “guarura” es lo que en la jerga policiaca se conoce como un “pájaro de cuenta”.

¿Y eso qué significa? Todos lo saben, un “pájaro de cuenta” es un pillo profesional. Y si apelamos al sentido común, podemos decir que el “escolta” de un profesional del crimen no puede ser otra cosa que el “guarura” que asaltó, secuestró y robó al joven Jair.

Y es que según diversas investigaciones periodísticas, el propietario del Ferrari cuenta con tres averiguaciones previas por el delito de fraude, además de que la supuesta empresa de su propiedad es una defraudadora con decenas de denuncias por ese delito.

Lo curioso es que luego del escándalo por la golpiza, el presunto defraudador profesional parece haber perdido los sentidos de la vista y el oído y, por alguna razón sobrenatural, hasta quedó en calidad de idiota.

En efecto, si un curioso revisa la “declaración voluntaria” de Alberto Sentíes –ante la Procuraduría capitalina–, el presunto defraudador dice que “no se percató al instante de la situación y pensó que se trataba de un incidente de tránsito” Eso sí, cuando por el espejo retrovisor vio lo que sucedía, ordenó a su escolta que dejara tranquilo al joven golpeado.

De risa loca. Resulta que, según su declaración, Sentíez habría sufrido un ataque de ceguera, sordera e idiotez. Pero si otro curioso compara la declaración del presunto defraudador con el video motivo del escándalo, podrá probar que además de sordo, ciego e idiota, el señor Sentíez es mentiroso.

Y es que en otra parte de su declaración dice “haber despedido a su escolta al llegar a su domicilio”, porque su hijo de 19 años le dijo que el video había aparecido en las redes y ya era un escándalo.

Lo simpático de las contradicciones entre lo que se logra ver en el video del Ferrari y lo que declaró el propietario del automóvil, es que se puede concluir que, en efecto, Alberto Sentíes está ciego, sordo y enfrenta un serio problema de comprensión. ¿Por qué? Porque sólo un ciego, un sordo y un idiota puede contratar a un guarura como el que aparece en el video citado.

Pero el problema de la sordera, la ceguera y la idiotez que pudieran haber picado al dueño del Ferrari, van más lejos. Como ya disminuyó la presión de las explosivas redes y su repercusión en medios, ahora resulta que la ceguera, sordera y la idiotez se trasladaron a las autoridades que debieran castigar al patrón del “guarura” y al “guarura” infractor.

¿Y? ¿A quién le importa? Y es que la “legión de idiotas” en que se han convertido buena parte de las redes, ya vocifera detrás de otro escándalo? No importa lo virtuoso o lo vicioso de las redes, lo que importa es que son llamaradas de petate, engañabobos.

¿Cuándo y quién hará justicia en el caso del Ferrari?

Al tiempo.

EN EL CAMINO.

Y a propósito del tema. Otro que parece ciego, sordo e idiota es el juez que liberó a la secuestradora Nestora Salgado. Otro secuestrador fuera gracias a un podrido poder judicial que no rinde cuentas a nadie y que se esconde incluso de secretarios de Estado. ¿Hasta cuando?

Tomado de Milenio