Venezuela y Oaxaca, entre el desabasto, la violencia y el toque de queda

El estado de Oaxaca y la República Bolivariana de Venezuela se encuentran a miles de kilómetros de distancia. Sin embargo, las tragedias sociales las acercan.

En La Otra Opinión platicamos con los periodistas Roberto Molina –de Oaxaca– y Juan Carlos Aguirre –de Venezuela–, para entender qué tan cerca se encuentran las condiciones de uno y otro.

En palabras de Molina, la Venezuela de Maduro se distingue por la carestía. En este momento, en aquel país no hay medicina y tampoco hay comida. De hecho, las familias se ven obligadas a recurrir al servicio de los bachaqueros –revendedores–, que acaparan los alimentos y los venden a cuatro o cinco veces el precio normal. Eso sí, la compra de estos productos se complica si tomamos en cuenta que un kilo de alimentos puede costar el equivalente a la mitad del salario mínimo de un mes. Más aún, las familias deben invertir tiempo, dinero y esfuerzo en saber dónde hay comida y dónde pueden formarse para obtener los básicos de subsistencia.

En un escenario no tan distinto, Oaxaca también padece el desabasto que provocan los bloqueos de la CNTE. Acaso por eso, fue necesario que el gobierno federal tendiera puentes aéreos para llevar insumos a las zonas asfixiadas por los plantones de la Coordinadora. Y es que, en este momento, el estado es presa de lo que Roberto Molina calificó como un cártel; pues el magisterio disidente tortura, saquea, vandaliza, toma unidades de transporte y pipas de gasolina; como hacen los criminales organizados.

En Venezuela, según Juan Carlos Aguirre, comer tres veces al día es imposible. Hoy día se come en el desayuno y la cena; o simplemente se almuerza, nada más. Y es que para conseguir comida, hay quienes pasan días enteros en las filas. Aunque claro, por ley, las filas antes del amanecer están prohibidas. En consecuencia, los venezolanos abandonan sus puestos de trabajo para obtener lo básico. Esto complica –incluso más–, la subsistencia.

Mientras tanto, en Oaxaca –que vive del turismo–, las cosas van de mal en peor. Hace horas, comentó Roberto Molina, 10 hoteles anunciaron que cerrarán de forma indefinida. Esta situación dejó sin empleo a todos los meseros, cocineros y mucamas que laboran en ellos. Al mismo tiempo, la situación de desabasto en el campo es mucho peor. Sin los recursos que envía el gobierno federal –a través de programas como Diconsa–, el día a día para los más pobres se torna todavía más complicado.

Finalmente, tanto en Venezuela como en Oaxaca, las circunstancias han impuesto un toque de queda.

En el país suramericano, comentó Juan Carlos Aguirre, la actividad criminal orilló a que los venezolanos se autoimpongan un toque de queda. Hoy día, el secuestro express o los secuestros de fin de semana son parte del cotidiano. De hecho, concluyó el periodista, para recuperar a sus seres queridos, las familias se ven obligadas a vender todo lo que tienen a las mismas mafias de secuestradores.

A su vez, en Oaxaca, los grandes centros comerciales tuvieron que reforzar sus puertas. Y es que, de acuerdo con Roberto Molina, todo el centro histórico fue saqueado. En consecuencia, tan pronto llega la tarde, los comercios cierran y la gente se va a sus casas. Ya que, para rematar, la policía se encuentra agazapada y no responde al llamado y a las denuncias de los ciudadanos.

En pocas palabras, tanto en Venezuela como en Oaxaca existe una ausencia absoluta de autoridad y de sus instituciones