Va 'El Bronco' por AMLO

Dos de las figuras políticas más importantes del país, que coinciden en presentarse a sí mismas como radicales, con un discurso antisistema de similitudes notables, han confirmado a sus respectivos equipos de trabajo y a personajes cercanos que se hallan en ruta de colisión.

Andrés Manuel López Obrador, contendiente altamente competitivo en las dos últimas elecciones presidenciales (2006, 2012) y líder de Morena —el partido de nueva creación más novedoso en décadas—, inició hostilidades contra Jaime Rodríguez El Bronco apenas se formalizó el triunfo de éste como gobernador de Nuevo León, lo cual logró gracias a una candidatura independiente que sumó una personalidad magnética, una estrategia eficaz de mercadeo político y alta tecnología en el manejo de redes sociales.

En semanas recientes el regiomontano ha revelado a operadores cercanos que es su propósito desarrollar una estrategia de ataque directo contra el tabasqueño. De acuerdo con fuentes consultadas, cercanas a esas conversaciones, el mandatario neoleonés ha compartido que su interés personal no se halla en una eventual candidatura presidencial en 2018, e incluso ha sugerido su simpatía hacia uno de los precandidatos del PRI, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, cuyo apoyo a su vez le resultará esencial para su gubernatura.

Antes de su campaña, luego de ganar y aun ahora, Rodríguez se ha apoyado en la empresa Dude Monkey, asentada en Cataluña, España, especializada en el procesamiento masivo de datos. En una labor de tiempo completo, los reportes de dicha compañía aportan resultados de sondeos masivos cuyos resultados orientan sus posturas, en todos los temas esenciales. Es previsible que ese aparato prepare ya misiles para lanzar a López Obrador.

Pero El Bronco (Galeana, NL, 1957) deberá ajustar algo más que sus discursos antes de emprender la cruzada de descarrilar la tercera campaña presidencial de su adversario a la vista.

Los desafíos de El Bronco en los próximos meses serán mayúsculos. Muchos tienen frescos aún sus nexos con el controvertido dirigente priísta Roberto Madrazo, al que representó en 2002 durante la campaña de éste por la presidencia del Institucional. Persiste la duda de si el mandatario norteño cumplirá la reiterada promesa de llevar a la cárcel a su antecesor, el priísta Rodrigo Medina. Y la crisis económica en su estado amagará pronto con erosionar su nivel de aceptación pública.

Mientras medita sobre ello, desde la esquina contraria Rodríguez ya ha recibido varios ataques de López Obrador, quien lo ha acusado de deberle la gubernatura al ex presidente Carlos Salinas y de usar aviones de empresarios para asistir a eventos públicos. Siguiendo el símil boxístico, el mandatario ha respondido que está dispuesto, como Rocky, a aguantar los golpes.

Este fin de semana López Obrador asumirá formalmente la presidencia de Morena, en busca de apuntalar las posibilidades de su partido con rumbo a las elecciones estatales del próximo año. Pero también para eludir las denuncias de campaña personal anticipada por su presencia en múltiples anuncios de televisión, justo como lo hace el dirigente del PAN, Ricardo Anaya.

Paradójicamente, análisis serios describen a El Bronco y a López Obrador disputando la misma ubicación en el espectro político. Más allá de la voluntad de cada quien, la guerra entre ambos se anuncia inevitable.

López Obrador (Macuspana, 1953) practica desde hace más de una década un discurso que busca alertar que la política tradicional no ofrece alternativas. Que los viejos partidos se alternan en el poder sin que nada cambie.

La “mafia”, “los de arriba” y otras alusiones similares las ha empleado el tabasqueño con el propósito de convencer a la cada vez más gruesa capa de mexicanos indignados, de todo signo, para construir el radicalismo que él considera indispensable para sacudir a una democracia que delinea como inútil hasta ahora.

Por su lado, Rodríguez apela también a conversar con el pueblo por encima de los partidos e, incluso, de la política. La vieja definición de populismo —a la que echa mano la administración Peña Nieto— es rebasada en la visión de estos dos hombres por una propuesta para desatar movilizaciones inspiradas por el repudio a las élites y su presunto uso de la ley y las instituciones para beneficio propio.

Es la guerra por un mismo territorio. Y por un sector social que quizá defina lo que habrá de ocurrir en 2018.

APUNTES: La canciller Claudia Ruiz Massieu y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, concentran desde hace meses creciente atención en Barcelona, referente diplomático pero también en materia de seguridad europea. Nuestro consulado ahí estuvo abandonado por cinco años y muchas de sus tareas fueron confiadas a grupos activistas. Un panorama complejo para el nuevo titular, el ex gobernador veracruzano Fidel Herrera, que se encontró terreno minado en un momento en el que los atentados en París exigen una operación política delicada.


TOMADO DE EL UNIVERSAL