Todo sobre el cochinero electoral de Colima

En cuestión de horas, el Tribunal Electoral definirá la validez de la elección estatal en Colima. Hasta ahora, hay indicios de que los magistrados echarían abajo estos comicios donde el PRI y su candidato –Ignacio Peralta– se habrían valido de todo tipo de mañas para ganarle al PAN.

En este espacio, hemos documentado el tamaño del cochinero que se vivió en Colima. Por eso, reproducimos íntegramente los textos del Itinerario Político que se refieren al tema.


 

Colima: matan gobernadores antes, durante y después

13 de octubre de 2015

“Hay pueblos que saben la desdicha.

Se les conoce con sorber un poco de su aire viejo y

entumido, pobre y flaco, como todo lo viejo.

Este es uno de esos pueblos”.

Pedro Paramo, de Juan Rulfo.

En Colima han matado gobernadores antes de asumir el cargo, durante el desempeño del cargo y luego del cargo.

En Colima, durante décadas, el viejo PRI se ha resistido a dejar el poder estatal. El PRI hace todo por aferrarse no sólo al viejo poder, sino a las viejas formas; al caciquismo brutal y despótico; al atropelló de la democracia electoral, como en junio pasado.

En Colima, el PRI ganó al PAN con apenas 500 votos de diferencia. Pero la diferencia es que en Colima votaron los muertos; esqueletos que salieron de sus tumbas para sufragar por los candidatos del PRI.

Y si en Colima los votos de los muertos hicieron la diferencia el pasado 7 de junio, en Colima los políticos y los gobernadores son muertos antes, durante y después del ejercicio del poder.

Y es que en Colima “suicidaron” a un gobernador a días de tomar posesión, han matado a otro en funciones —en un accidente aéreo—, han matado a un ex gobernador —acribillado en plena calle—, y la mañana de ayer atentaron contra otro ex gobernador.

En Colima la disputa política no es contra los opositores al PRI y menos contra inexistentes políticos de las izquierdas. En Colima, la Colima de los priístas, los políticos de ese partido se matan entre sí.

En 1973, el gobernador electo Antonio Barbosa fue “suicidado” días antes de asumir el cargo. En 2005 el gobernador Gustavo Vázquez murió cuando la avioneta en que viajaba se desplomó; todos en Colima hablaron de atentado. En 2010 en la calle fue asesinado Silverio Cavazos, ex gobernador. Su viuda, Idalia González Pimentel, acusó del crimen al entonces gobernador Fernando Moreno.

Y ayer, Fernando Moreno —ya en calidad de ex gobernador—, fue acribillado —a la misma hora y de la misma manera que acribillaron a Silverio Cavazos en 2010—; le vaciaron la carga de una pistola a bocajarro.

Desde hace décadas, los políticos de Colima han señalado a Fernando Moreno como “presunto implicado” con el crimen organizado; “bandas” que con el tiempo habrían aplicado “el que a hierro mata, a hierro muere”. Y es que Moreno fue responsable de la campaña de Fausto Vallejo, en Michoacán —con todo lo que eso significa—; por años manejó los procesos electorales de Jalisco y Nayarit —siempre en medio de denuncias de corrupción y de la “mano negra” del narcotráfico—, y recientemente coordinó las campañas de Guanajuato, en donde también fue acusado de pillo.

Pero además, el pasado 7 de junio, Fernando Moreno operó uno de los más cuestionables procesos electorales en tiempos de democracia, alternancia, del INE y de tribunales electorales: el de Colima. Y fue tal el cochinero que el PRI llevó a votar a los muertos. Fue tal el escándalo que el candidato del PAN, Jorge Luis Preciado, impugnó la elección.

Y en cuestión de días, el Tribunal Federal Electoral determinará si la elección de Colima se repite, o si acepta el voto de los muertos. Lo cierto, sin embargo, es que el atentado contra Moreno parece el último clavo en el ataúd de la sucia elección de Colima.

Y es que queda claro que en Colima manda el narcotráfico; poder que se comió al PRI, al Grupo Universidad y a empresarios; poder que controla el puerto de Manzanillo, puerta de la cocaína y los precursores de “la meta”.

¿Hasta cuándo Colima en manos criminales?

Al tiempo.


Colima: lo más podrido del PRI; votan los muertos

30 de septiembre de 2015

Pasada la elección de 2012, el jefe nacional del PAN, Gustavo Madero, gritó que el PRI “ganó a billetazos” la contienda presidencial. Luego dijo que a pesar de las reformas electorales de los últimos 20 años, los gobernadores seguían manipulando los procesos electorales.

Por eso —y para acabar con la perversión—, propuso una nueva reforma electoral que —según dijo—, impediría que los institutos estatales electorales fueran capturados por los gobernadores, además de facultar al viejo IFE para seleccionar a los consejeros electorales locales y para intervenir en las elecciones de los estados.

Sin embargo, a la vuelta de los meses, la reforma electoral de Madero resultó un escandaloso fracaso y se confirmó —como lo dijimos en su momento—, que Madero inventó una reforma inútil, sólo para ganar reflectores y bonos que le permitieran seguir al frente del PAN.

¿Por qué fracasó la reforma electoral de Madero?

Resulta que en elecciones estatales como la de Colima —que se llevó a cabo en junio pasado—, el PRI cometió las mismas tropelías y marranadas que lo caracterizaron en tiempos de la antidemocracia, el autoritarismo y el partido único.

A los ojos de todos; a los ojos del nuevo INE, de la democracia y la pluralidad partidistas; de la “moderna” reforma electoral y a los ojos de las redes sociales y de los severos críticos del PRI, el gobierno priísta de Colima llevó a cabo la más grosera elección de estado que se recuerde en décadas. Bueno, en el colmo de la regresión político-electoral, el PRI llevó a votar a miles de muertos.

Lo simpático es que nadie dijo nada —el 18 de junio denunciamos el cochinero y dijimos que habían votado los muertos—; ninguna autoridad alzó la voz; a ninguna red social le importó el atropello del gobierno de Colima; y nadie fue capaz de denunciar que la libertad de expresión está secuestrada por el gobierno priísta de Mario Anguiano Moreno, quien a billetazos tiene controlados a los medios locales.

Todos callaron a pesar de que el mayor atropello se produjo en vivo y en directo por uno de los noticieros estelares de la ciudad de México. Resulta que la presidenta del Instituto Electoral local anunció en ese informativo la victoria del candidato del PAN, Jorge Luis Preciado, por una diferencia de 500 votos sobre el candidato del PRI.

Sin embargo, luego del anuncio oficial —y tras una reunión con los enviados del gobernador—, la funcionaria electoral seleccionada por el INE dizque para que el gobierno estatal no la controlara, cambió el resultado y le dio el triunfo al PRI.

El gobernador de Colima cambió el resultado de manera grosera y arbitraria. Y para justificar la trampa, llenó boletas y listas de escrutinio en las que votaron muertos e indocumentados. En suma, se produjo la más insultante elección de Estado de los tiempos modernos. ¿Y la nueva ley electoral? ¡No sirve de nada!

Pero hay más. El gobernador Anguiano también compró al tribunal electoral. Por eso, la impugnación de esa elección debió llegar hasta la Sala Superior del Tribunal Federal Electoral que —si resiste las presiones del PRI y del gobierno federal—, pudiera anular todo el proceso.

Tampoco termina el escándalo. Apenas en días pasados, el gobernador de Colima ordenó al Congreso local aprobar un crédito por casi 2 mil millones de pesos. La policía debió rodear la sede del Congreso para impedir que los opositores votaran contra el endeudamiento de última hora. En seis años la deuda de Colima pasó de 300 millones a 7 mil millones.

Lo más podrido del PRI. Al tiempo.


El PRI ganará 6 estados, el PAN 2 y el PRD 1

3 de junio de 2015

A pocas horas de la elección “intermedia” es posible una aprox

imación a las victorias y/o derrotas de los tres principales partidos, en los nueve estados en disputa.

Como se sabe, se renuevan los gobiernos de Baja California Sur, Campeche, Colima, Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Querétaro, San Luis Potosí y Sonora.

Lo curioso es que mientras el PRI y el PAN tienen una fuerte presencia en todas las entidades en contienda, el PRD sólo tiene posibilidades de triunfo en dos; Michoacán y Guerrero. Por tanto, el partido amarillo es “el patito feo” de la contienda.

Otra curiosidad es que la elección hará tambalear otro bastión histórico del PRI sin alternancia estatal. Nos referimos a Colima, en donde el panista Jorge Luis Preciado se aproxima a José Ignacio Peralta, quien a todas luces resultó un mal candidato del PRI. Aún así, no hay nada para nadie.

Sin embargo, el PRI ganará de manera holgada otro bastión histórico sin alternancia; Campeche, en donde la alianza PRI-PVEM y su candidato Alejandro Moreno arrasarán al panista Jorge Rosiñol. A sus vez, en Baja California Sur todo favorece al PAN y a su candidato Carlos Mendoza Davis. Sin embargo, autoridades de Estados Unidos detuvieron a un concuño de Mendoza —acusado de vínculos con el crimen organizado—, y sus bonos se fueron al suelo. El incidente es un respiro para el candidato del PRI, Ricardo Barroso Agramont, quien sin embargo parece condenado a la derrota.

La joya de la corona se llama Nuevo León, en donde a pesar de una supuesta campaña independiente, el PRI de Ivonne Álvarez se alzaría con una victoria nada fácil ya que el posible derrotado, Jaime Rodríguez, apodado El Bronco, intentará una protesta similar a la de AMLO en 2006, cuando promovió un plantón desde el Zócalo hasta Reforma.

A su vez, el PRD tiene casi segura la victoria en Michoacán, con Silvano Aureoles, quien dejó atrás a la panista Luisa María Calderón y al priísta Ascensión Orihuela. En realidad la de Michoacán parece una elección pactada. En Guerrero, en cambio, Beatriz Mojica, la candidata del PRD será derrotada por el priísta Héctor Astudillo. El PRD perderá por dos razones; por la división de la izquierda y porque pagan los costos de Iguala.

En Sonora la moneda está en el aire —a pesar de la elección de Estado que lleva a cabo el PAN—, ya que la candidata del PRI, Claudia Pavlovich lleva una ligera ventaja sobre el candidato del PAN, Javier Gándara. En Sonora no sólo se juega el gobierno estatal —y castigo al corrupto gobierno saliente de Guillermo Padrés—, sino el futuro del gobierno de Peña Nieto. ¿Por qué? Porque una derrota provocaría una fractura mortal en el PRI. En Querétaro, en cambio, el candidato del PAN, Francisco Domínguez, se desinfló al final y es probable una victoria del priísta Roberto Loyola.

El de San Luis Potosí será un caso de estudio. No sólo por la segunda victoria del PAN, sino porque el corrupto gobierno de Fernando Toranzo será aplastado por la panista Sonia Mendoza, que derrotará al candidato Juan Manuel Carreras. Será la segunda alternancia inmediata, de PRI a PAN.

Y en el Distrito Federal el gran ganador será Miguel Ángel Mancera, quien operó todo para impedir un solo triunfo de Morena.

En pocas palabras, es probable que el PRI se lleva los gobiernos de Nuevo León, Sonora, Campeche, Guerrero, Querétaro y Colima; que el PAN gane Baja California Sur y San Luis Potosí, en tanto que el PRD ganará Michoacán y el Distrito Federal. Al tiempo.