Sobre el asesinato de Colosio

En el 2016 se muestran diferencias priistas por ser el ungido hacia la presidencia. En la actualidad se consigue la simpatía a través de políticas públicas. De estos actores sobre salen: Miguel Ángel Osorio Chong, Manlio Fabio Beltrones, Eruviel Ávila, Aurelio Nuño, Luis Videgaray y José Antonio Meade Kuribreña.

La diferencia, todo indica, ya no es con el uso de la violencia, sino con la herramienta de la persuasión.

El PRI guerrerense en el poder vuelve a recordar con fastuosa asistencia el discurso de Luis Donaldo Colosio. Cuando estuvo alejado del gobierno, llegaban cuando mucho a una decena.

Si bien es cierto que siempre había pugnas internas entre esa coalición gobernante; en 1994 los enfrentamientos llegaron a hechos trágicos. Era un retroceso en el trato político de más de 70 años.

La manera de debilitar o enfrentar a los enemigos y adversarios con la desaparición física se observó con demasiada nitidez durante la Revolución Mexicana.

Luego de una larga estabilidad política con la dictadura de Porfirio Díaz con más de 30 años, devino la inestabilidad por la ausencia de liderazgo que no solamente fuera fuerte sino temido, como lo había sido el octagenario militar frente a sus amigos como enemigos. A este periodo medio longevo se le conoció como la etapa del garrote.

Tras la derrota política y electoral de Díaz y el asesinato del apóstol de la democracia Francisco I Madero se asomó la violencia como método para arribar a la presidencia. A esta década (1913-1923) se le conoce como la decena trágica.

Hasta que llega al poder Álvaro Obregón quien al igual que Díaz implementó infundir el miedo contra sus adversarios para intentar homogenizar las diferencias. Es el primer personaje de la política mexicana que logra tranquilizar a todos, sin embargo, al desear reelegirse (1928) despierta las ambiciones, contradictoriamente, de su propio grupo político que peleaban la presidencia.

El único medio que encuentran los enemigos y adversarios de Obregón para quitarlo del poder fue el asesinato. León Toral con pistola en mano le suelta unos disparos en el cuerpo y cabeza en un restaurante llamado La Bombilla. Años después le construyen un monumento como una forma de congraciarse con los simpatizantes del manco de Celaya y con ello evitar que se levantaran en armas.

Subrayo la intentona de la reelección de Obregón para que surgiera la división interna del grupo en el poder. Obregón había conseguido estabilidad política pero quiso conservarse en el poder no solamente en su grupo sino en su persona. Esa ambición estimuló las intrigas de gente muy cercana a él, quienes se sintieron desplazados para asumir la conducción del país.

Tras la desaparición de Obregón llega al poder Plutarco Elías Calles, quien ofrece estabilidad política, y cuando llega el cambio de gobierno cede el poder presidencial a gente de su grupo político. Así llegan a la silla Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L Rodríguez. Elías Calles era el poder atrás del trono, pues gobernó una década (1924-1934) cuando el periodo de gobierno era de 4 años. A esta etapa se le conoce como maximato.

Cuando Lázaro Cárdenas gana la presidencia, con el apoyo de Plutarco Elías Calles, amplía el periodo a seis años y al momento del cambio de gobierno ofrece la silla a un personaje que ya no fuera de su grupo político: Manuel Ávila Camacho.

Este sello da más estabilidad al grupo hegemónico con la esperanza de que en algún periodo le va a tocar dirigir los destinos de México.

La lucha por la sucesión ya no será a través de la violencia sino con el uso de los medios de comunicación impresa para descalificar a los grupos políticos adversarios por sus actos de prepotencia, corrupción e ineficacia. La revista Proceso juega un papel decisivo en estas rivalidades.

Hasta aquí la sucesión presidencial se fue transformando del uso personal (Díaz hasta Obregón), pasando por el de mismo grupo (Plutarco Elías Calles), al de coalición en el poder (Cárdenas hasta López Portillo-De la Madrid) con el objetivo de darle a la coalición gobernante en la toma de decisiones las herramientas necesarias para estabilizar al país. Es decir, evitar conflictos.

Insisto, era quitar los problemas entre la clase política, lo cual no quiere decir que la población dejara de ser pobre.

Cárdenas ofrece longevidad a quienes se encuentran en el poder, y lo logró desde 1934 hasta el 2000, año de la alternancia, suceso que tiene dos antecedentes: 1988 y 1994.

La primera muestra de descontento interno del grupo en el poder fueron las elecciones del 88 cuando surge la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas. Éstos le dijeron al mundo político que no había democracia en la sucesión presidencial mexicana.

El segundo signo interno de enfado fue la sucesión presidencial de 1994.

En ambos acontecimientos los coaligantes del grupo en el poder se sintieron desplazados porque, en el primer acontecimiento, ya estaban en otro partido y, en el segundo suceso, porque quien estaba en la presidencia quiso imponer a un candidato de su propio grupo. Ambos eventos despertaron, al igual que en la etapa de la Revolución, ambiciones contenidas.

En la época moderna ya no podían desaparecer físicamente a quien detentaba el poder, sin embargo se dio (el asesinato del candidato a la presidencia, Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue el primero), el otro hubiera sido la muerte del mismo presidente, lo cual ofrecía la posibilidad de una invasión por la enorme inestabilidad política. Era un riesgo que se debía limitar.

1994 fue un año crucial para debilitar la imagen de quien decidía las cuestiones políticas y entonces le crearon otro grupo de oposición con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Le dijeron al mundo político que había pobreza cuando se declaraba una transformación de país.

Lázaro Cárdenas abre la esperanza de que el poder recayera en otro grupo político, ya no el suyo para limar asperezas y quitar el monopolio. Salinas desea quitar esa tradición con Colosio y Ruiz Massieu; la reacción fue violenta ante el enorme poder de Carlos.

El discurso del 23 de marzo fue con la intención de marcar una distancia entre el candidato y el presidente. Los enemigos dentro de ese partido no creyeron, percibieron la continuidad del grupo en el poder.

Las diferencias internas del grupo en el poder ya eran irreconciliables. De aquí surge irremediablemente la alternancia. La división interna estaba declarada.

Miles de los que se sentían desalojados del poder votaron por un nuevo grupo: el PAN, con la esperanza de una nueva manera de realizar política. No hubo tal. Así que regresan a hacer política bajo el concepto que quiere decir: las mismas maneras de conservar el poder.

1994 reunió dos signos políticos insalvables: conflicto interno de la coalición gobernante y que el grupo en el poder quiso conservar la presidencia.