Realidades alternas

Cuando Gil encuentra en la prensa de fuste y fusta a un articulista capaz de crear una realidad alterna, hace una pequeña e íntima fiesta en el amplísimo estudio.

Que traigan Henri Abelé, la champaña que se bebía la noche del naufragio del Titanic; ordenen los quesos fuertes, por delante el gorgonzola; rebanen la hogaza de pan artesanal. Gil celebrará el más reciente artículo de Carlos Ímaz Gispert.

Alguien ha asomado la nariz después de años en la sombra, alguien regresa como que no quiere la cosa y escribe con prosa y prisa en su periódico La Jornada: “¿Una evaluación educativa sustentada en la violencia?”, lleva por título la contribución de Ímaz. Lean esto por piedad: “En ningún país del mundo ha ocurrido nunca algo así. Si lo absurdo resulta de lo impensable, eso es justamente lo que está viviendo el magisterio mexicano (…). ¿Cómo explicar el despliegue de amenazas, golpes, fuerzas federales, vehículos blindados, denuncias penales y encarcelamientos contra maestros mexicanos… ¡para evaluarlos!?”.

En la realidad alternativa de Ímaz, los maestros son reprimidos por fuerzas militares; en el planeta Ímaz, los maestros de la CNTE son humillados y ofendidos por la fuerza policiaca. En cambio, en el mundo que habita Gilga, los maestros de la CNTE apedrean camiones, lanzan bombas caseras sobre la policía, luchan cuerpo a cuerpo para evitar que los maestros que han decidido evaluarse lleguen al lugar del examen.

La bolsa a escena

Los maestros y sus huestes, por cierto, cargan con dos muertos, el hombre en llamas de la gasolinera de Chilpancingo y el maestro atropellado por el camión de fuego que lanzaron sobre las vallas policiacas para reventar el examen. La verdad sea dicha (muletilla pagada por Liópez y Morena), o Ímaz está loco de atar, o a Gilga le patina el coco, una de dos.

En la realidad alterna de Ímaz los maestros de la CNTE son parte del magisterio; en el mundo Gamés, esos maestros se organizan en grupos de choque, sorprenden a los policías en el hotel en el cual se alojan, los sorprenden y toman presos a tres, dos de ellos mujeres, suben a un camión se roban escudos, cascos, toletes.

En la plaza de Tuxtla Gutiérrez, sentados en sillas, los maestros democráticos amarran a las dos mujeres y al hombre, los exhiben como animales, les cubren con trapos el rostro y los escarnecen. La propuesta: canjearlos por los maestros detenidos durante otro zafarrancho. Oiga, Ímaz, cómo le llama usted a esta salvajada, ¿acción revolucionaria?

Anjá.

Tal vez Carlos Ímaz recuerda los viejos tiempos. Ese lugar de su memoria en el cual los reyes magos eran los líderes del nuevo movimiento estudiantil. Santos, Ímaz y Ordorika. ¿Qué fue de ellos?

¿No estaban llamados a ser los nouveaux politiques de México? Ni nuevos, ni políticos. Simplemente nada. Por cierto, Carlos, si va usted al súper, tráigale una bolsa a Gamés. Una bolsa del súper, así, vacía, que contenga sólo aire. Pero no nos desviemos, volvamos a Ímaz y a los maestros que él pondera y defiende.

Veo no veo

Oigan a Ímaz: “los maestros que participan en la evaluación son tratados como reos peligrosos, mientras los profesores que protestan son tratados como delincuentes en activo y la evaluación se dirige a medir su tolerancia a los gases lacrimógenos y a la resistencia de sus cráneos a los golpes de tolete”. El joven Ímaz no da golpe. ¿Ya no es joven? El viejo Ímaz no da golpe; mejor, sí da golpe y fabrica todas las realidades alternativas que le convienen a sus pequeñas ideas aun cuando las fotografías de las primeras planas de los periódicos demuestren lo contrario: “la resistencia de los cráneos de los maestros a los golpes del garrote”, y lo que ven la lectora y el lector es una imagen en la cual los maestros-asaltantes arrojan extinguidores a las ventanillas de los camiones y le prenden fuego a un camión, en fon.

Oiga, Ímaz, ojalá y de verdad le consiga a Gil la bolsa del súper que le hace mucha falta. Por estos y restos rumbos se dice que usted sabe de bolsas del súper, ¿por qué será? ¿Usted sabe, Ímaz? Explíquele a Gamés, ande, no sea discreto.

Sí, los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras los camareros se acercan con la bandeja que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la máxima de Isaac Asimov sobre el mantel tan blanco: “Negar un hecho es muy fácil. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”.

Gil s’en va

Twitter:@GilGamesX


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