¿Quién frena a la intolerancia y el terror?

La madrugada de este martes fue una de las más violentas en semanas. En el mundo se registraron asesinatos y atentados terroristas.

En Japón, un joven asesinó a 15 personas y dejó a otras 25 heridas –20 en estado crítico–, el ataque ocurrió al interior de un centro para discapacitados. De acuerdo con la información, el homicida utilizó un cuchillo como arma para perpetrar el crimen con el que pretendía “hacer un mundo mejor”.

En Francia, un cura de la iglesia católica fue degollado cuando dos terroristas tomaron como rehenes a otras cuatro personas. Esto ocurrió en una capilla de Normandía. El ataque se lo adjudicó –una vez más… el Estado Islámico. Igual que en el ataque de Japón, las armas utilizadas por los terroristas fueron cuchillos.

En Somalia, murieron ocho personas luego de que un coche bomba que explotó cerca del aeropuerto de Mogadiscio. El atentado fue responsabilidad de otro grupo extremista: Al Shabab.

Sin embargo, las ejecuciones y atentados terroristas no cesan en este conteo. Apenas el domingo pasado, en Alemania se registraron cuatro ataques sin relación alguna. El saldo fue de diez muertos.

Otro atentado tuvo lugar en Ansbach, cuando un hombre de 27 años de origen sirio detonó un explosivo cerca de la entrada de un festival de música donde le restringieron el acceso.

Horas antes, en la ciudad de Reutlingen, otro sirio de 21 años asesinó con un machete a una mujer –luego de tener una acalorada discusión con ella– y dejó a dos personas heridas. De acuerdo con las investigaciones, el ataque no está relacionado con ningún grupo terrorista.

Además, el pasado viernes, un estudiante de 18 años mató a nueve personas y dejó a 27 heridos en un centro comercial de Múnich. Las investigaciones aseguran que el crimen fue planeado con al menos un año de anticipación.

Por otro lado, el pasado lunes 18 de julio, la policía alemana abrió fuego en contra de un jóven de 17 años que armado con un hacha y un cuchillo hirió a cinco pasajeros que se encontraban dentro de un tren cerca de Wurzburgo.

Otro de los ataques a ciudadanos ocurrió el pasado 14 de julio, cuando un hombre atropelló a 84 personas e hirió a más de 300 en un malecón de Niza, Francia. El atentado –también– fue adjudicado al Estado Islámico.

Luego de este recuento nos damos cuenta de que la violencia –día con día– ha recrudecido en distintas partes del mundo. En esta lógica, más allá de culpar a determinado sector de la población, lo cierto es que los crímenes se deben a la intolerancia, a la que nadie pone freno.

La intolerancia es capaz de arrastrar a un grupo terrorista a matar a cientos de personas en nombre de su religión, es la misma intolerancia la que mueve a un psicópata a terminar con la vida de personas discapacitadas, y la misma intolerancia es la que provoca que una discusión se salga de control y alguno de los dos participantes –sin duda el más loco– saque un arma y termine con la vida del que piensa diferente.

Por eso preguntamos, ¿quién y cuándo podrá un alto a la intolerancia?