PRD en peligro, ¿no que no?

En agosto del año pasado, luego que Andrés Manuel López Obrador renunció al PRD, el ex presidente nacional de ese partido –Jesús Ortega–, aseguró que el Sol Azteca era la principal fuerza política de México. De hecho, Ortega afirmó que la salida de Obrador era una buena noticia para su agrupación: “vamos a una renovación generacional basada en nuevos pensamientos y vamos a superar los viejos dogmas, para ser una izquierda contemporánea, del siglo XXI”, sentenció.

Cuando Cuauhtémoc Cárdenas abandonó al partido amarillo, otro de los ex presidentes del partido –Jesús Zambrano–, confió en que su partido no se desmoronaría. Incluso advirtió que nadie es indispensable en esa agrupación de izquierda; “el equipo tiene otros jugadores que están jugando en conjunto, que es lo que importa en la política para lograr el campeonato”, explicó.

Sin embargo, luego de una terrible derrota electoral –el pasado siete de junio–, luego de la fallida presidencia nacional del último de los Chuchos –Carlos Navarrete–, y luego de que las encuestas muestran al PRD en el fondo de las preferencias, la historia parece ser distinta.

Hace días, recién comenzado el año, el presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, advirtió que el PRD estaría condenado a desaparecer si no se alía con otras instituciones políticas.

En palabras de Zambrano, “sería una insensatez pensar que solos podríamos salir adelante y ganar elecciones y hacerlo arrolladoramente. Sería, prácticamente, condenarnos a un proceso de extinción paulatina”. ¿Qué pasó? ¿se les acabó el empuje? ¿dónde quedaron los buenos ánimos que el clan de los Chuchos mostró cuando el PRD sufrió dos de las fracturas más importantes en su historia? ¿será que los otrora líderes partidistas hablaron demasiado pronto?

Por donde se vea, la actitud derrotista de uno de los hombres que mejor conoce al PRD contrasta con los buenos ánimos que el mismo Zambrano –y otros–, mostraron a lo largo del año pasado.

En consecuencia, no sobra preguntar, ¿Qué fue lo que cambió?

Por un lado, es evidente que el PRD vive uno de sus procesos electorales más complicados en mucho tiempo. Las pugnas internas y los pleitos hacia fuera tienen a los amarillos entre la espada y la pared.

Es probable que el contexto poco favorecedor diezmara los buenos ánimos de Zambrano.

No obstante, tampoco sobra recordar que en política todo tiene una intención. O si lo prefiere, que no sería extraño que, con su declaración, Zambrano estuviera enviando un mensaje. La pregunta sería, ¿para quién es el mensaje?

¿Será, acaso, una misiva para las graderías? Es probable que Jesús Zambrano intente convencer a sus correligionarios de que las alianzas con la derecha –aunque contranatura– son necesarias para garantizar el éxito electoral.

¿Será, acaso, un guiño para el PAN? Y es que, a pesar de que las dirigencias de Agustín Basave –en el PRD– y de Ricardo Anaya –en el PAN–, dicen que los acuerdos van viento en popa; lo cierto es que el acercamiento entre la izquierda y la derecha parece encontrar dificultades en algunos estados.

¿O será, acaso, que Jesús Zambrano habla con alguien más? ¿no será un mensaje para López Obrador?

Al final del día, las alianzas políticas han demostrado ser capaces de unir al agua y al aceite. Prueba de ello es el pacto oportunista entre el PAN y el PRD.

Pero hay más. El crecimiento de Morena a costa del PRD obliga a que los dos partidos sumen esfuerzos si pretenden lograr un resultado favorable en los procesos electorales.

En junio del año pasado, la suma de los votos de los partidos de izquierda fue prácticamente igual a la de los sufragios por el PRI.

Por eso insistimos, ¿a quién le habló Jesús Zambrano? ¿se trata de un coqueteo con López? ¿será que en el PRD ya sienten la ausencia de su cacique y pretenden jugar al “pégame pero no me dejes”?