PRD con neumonía a causa de las corrientes… internas

El Partido de la Revolución Democrática (PRD) está enfermo. Los síntomas incluyen: pérdida de registros locales, relaciones indebidas con distintos gobiernos y dirigentes con duplicidad de funciones. De las 32 direcciones del país, al menos 13 se encuentran en terapia intensiva. ¿Cuál es la enfermedad del sol azteca? ¿Cuál es el tratamiento recomendado?

El lunes 19 de junio, durante la primera reunión del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) presidida por su nueva dirigente, Alejandra Barrales, el partido presentó un documento titulado Situación de las directivas del PRD en las 32 entidades del país. En el informe, se detalla que el sol azteca perdió su registro local en Nuevo León, Tamaulipas, Coahuila y Colima por no haber obtenido el porcentaje mínimo que le hubiera permitido conservarlo –que es de 3 por ciento.

Por otro lado, en Chiapas, Chihuahua, Colima y Tamaulipas se denuncia que los líderes de los comités estatales mantienen relaciones estrechas con el PRI y el Partido Verde, o incluso son controlados por el tricolor. Además, en Coahuila la dirección se encuentra en litigio.

Para finalizar con la descripción del cuadro clínico, es importante destacar que en la Ciudad de México, el Estado de México, Oaxaca, Puebla, Tabasco y Quintana Roo los dirigentes estatales también son legisladores –ya sea en funciones o electos; situación prohibida por el estatuto perredista, que rechaza la duplicidad de funciones. Por ello, los dirigentes de dichos estados deberían ser inhabilitados.

Ante esta caótica y patológica situación, ¿cómo sanear al PRD? ¿Cuál es el tratamiento adecuado?

La nueva presidenta del partido, Alejandra Barrales, tendrá la titánica labor de restablecer la salud del partido, que lleva años en descomposición crónica. Para ello, este martes se reunió con su antecesor, Agustín Basave, quien al dejar el cargo elaboró una suerte recetario para mejorar la salud del PRD: el llamado “libro amarillo”.

Las evidencias apuntan a que Barrales –siguiendo la línea marcada por Basave– aplicará la medicina de moda; la misma que usa su homólogo priísta, Enrique Ochoa Reza: el combate a la corrupción interna.

Sin embargo, si lo del PRI es un resfriado, la enfermedad del PRD se parecería más a una neumonía. El combate a la corrupción interna debería ir acompañado –como indicó Basave en el libro amarillo– del fortalecimiento a la figura del presidente del partido para que pueda enfrentar al virus más peligroso de todos: las corrientes internas.

De acuerdo con Basave, es necesario incluir a los líderes de las corrientes en el CEN, pero también dar al presidente del partido el poder para designar y destituir coordinadores de bancada, titulares de las secretarías del partido e incluso –en casos extremos– candidaturas para evitar que una sola tribu controle al partido o vea sus intereses representados.

¿Podrá Barrales curar al PRD? ¿Recuperará los registros perdidos? ¿Saneará los comités estatales? ¿O sucumbirá ante el virus de la corrupción, las tribus y las corrientes internas?