Pedro Tamayo: otro periodista asesinado en Veracruz

Una vez más el periodismo está de luto. Una vez más el agravio contra los profesionales de la información ocurrió en Veracruz, el estado donde investigar y difundir información parece una sentencia de muerte.

Este miércoles por la noche fue asesinado –en Tierra Blanca, Veracruz–, el periodista Pedro Tamayo Rosas, colaborador de los periódicos veracruzanos El Piñero de la Cuenca y Al Calor Político, además de autor del blog En la línea de Fuego.

Veracruz es la entidad de la república en donde el ejercicio periodístico parece más peligroso. La muerte de Tamayo se suma a la de al menos otros 19 periodistas que han perdido la vida en circunstancias violentas durante el gobierno de Javier Duarte.

Por si fuera poco, el caso de Tamayo ocurrió en circunstancias especialmente indignantes. Se trata –literalmente– de la crónica de un asesinato anunciado. El periodista huyó de Veracruz en enero de este año luego de recibir amenazas de muerte. Se presume que el motivo de las amenazas serían sus investigaciones a propósito de la actividad criminal –y sus vínculos con las agencias de policía– en la región.

Además, –de acuerdo con algunas versiones– policías estatales amenazaron a la mujer de Tamayo para que dijera a su esposo que “le bajara de huevos y que dejara de estar chingando al Fiscal y al Gobernador”.

Luego de huir, Tamayo reapareció en Oaxaca, y tiempo después regresó a Veracruz. Una vez de regreso en su estado, las autoridades estatales garantizaron la protección del periodista. Sin embargo, todo indica que la patrulla que daba rondines por su casa no fue suficiente para frenar a sus agresores.

Como era de esperarse, no han faltado las críticas a quien –de acuerdo con sus opositores y con algunos sectores de la prensa– es el peor gobernador en la historia de Veracruz: Javier Duarte. Y es que, a los recientes escándalos del priísta –corrupción y a las acusaciones por la creación de empresas fantasma– ahora se suma una vieja herida: las agresiones a periodistas.

A la espera de los resultados de la investigación, no sería raro que el gobierno reaccionara con el ya clásico argumento de que el periodista en cuestión estaba vinculado al crimen organizado.

Luego del asesinato de Tamayo, viene a cuenta recordar una tristemente célebre cita de Javier Duarte. En una ocasión –al pronunciarse ante el gremio periodístico sobre las agresiones que estos sufren– el gobernador declaró: “Pórtense bien, todos sabemos quiénes andan en malos pasos”. Y añadió: “Todos sabemos quiénes, de alguna u otra manera, tienen vinculación con estos grupos… todos sabemos quiénes tienen vínculos y quiénes están metidos con el hampa… ¡Pórtense bien, por favor!, se los suplico. Vienen tiempos difíciles”.

Lo que a Duarte se le olvidó mencionar –en aquél discurso del 30 de junio de 2015– es que –más allá de si los periodistas están o no vinculados con el crimen organizado–, el Estado tiene la obligación de proteger la libertad de expresión y el derecho a la vida de los periodistas y de todos los veracruzanos.

Por ahora –y hasta que las investigaciones demuestren lo contrario– nadie en su sano juicio podría responsabilizar a Duarte por el asesinato de Tamayo –ni de ninguno de los otros periodistas caídos durante su mandato–; eso sí, es evidente que su gobierno fracasó en la defensa y protección de quienes trabajan en el terreno de la información.