PAN y PRD se quieren lavar las manos

La tarde del martes, los dirigentes del PAN y del PRD —Ricardo Anaya y Agustín Basave, respectivamente— entregaron al secretario de Gobernación, Miguel Osorio, la lista de sus candidatos para la elección del próximo 5 de junio.

Según dijeron, panistas y perredistas pretenden que la Segob y la PGR analicen las candidaturas y se aseguren de que no existan otras “manzanas podridas” como la señora Lucero Sánchez, hoy conocida como “chapodiputada”.

Lo curioso es que, hace un año, el entonces dirigente nacional de Morena, Martí Batres, montó el mismo numerito.

Y a pesar de que Morena entregó sus listas de candidatos al gobierno federal, llegó al cargo la diputada Citlalli Hernández, cuyos asesores estarían vinculados al asesinato de un menor de edad.

Pero el asunto es más grave. Hace años, los dirigentes del PAN y del PRD exigían que el gobierno se mantuviera al margen de los partidos políticos. Incluso demandaron que se ciudadanizara al árbitro electoral –entonces nació el IFE–, y durante mucho tiempo, los políticos denunciaron que las instituciones del Estado trataban de interferir con la vida interna de los partidos.

Hoy, con un árbitro electoral ciudadano, con leyes electorales que garantizan la vida independiente de las agrupaciones políticas y con mecanismos de denuncia que previenen los intentos autoritarios de las autoridades; el PAN y el PRD quieren que el gobierno federal vuelva a meter la mano en los padrones de militantes.

Y es todavía más penoso que los partidos busquen que el gobierno les haga la tarea. ¿Por qué? Porque por donde se vea, corresponde a los partidos revisar sus padrones, asegurarse de afiliar a ciudadanos respetable y blindar sus filas de criminales organizados.

Por eso, no sólo es incongruente que el PAN y el PRD pretendan aventar la bolita a la PGR; también es irresponsable que los partidos busquen que la autoridad cumpla con una labor que les corresponde a ellos.