¿No que no? Ecocidio en Quintana Roo desde hace medio siglo

Aquí hemos dicho que la devastación en los manglares en Trajamar, Quintana Roo, es lamentable, es alarmante y debe investigarse.

Además dijimos que la autoridad tiene que asegurarse –y asegurarnos– que el impacto ambiental y el daño ecológico en el manglar cuentan con los permisos y los estudios que marca la ley.

Y también advertimos que Trajamar se ha convertido en un ariete político contra el gobernador en funciones, el priista Roberto Borge. ¿Por qué?

Porque hasta hace días, el señor Roberto Borge había llevado al límite la relación entre su administración y el Comité Ejecutivo Nacional de su partido. En el colmo del absurdo, Borge mantenía la torpe necedad de imponer al candidato del PRI en la próxima elección estatal. Aun cuando sus deseos no empataban con los del “centro”.

Sin embargo, todo indica que las diferencias habrían quedado atrás. Al menos eso se concluye de las fotografías que circularon en la prensa local y nacional; imágenes en que Roberto Borge aparece codo a codo con Manlio Fabio Beltrones, el presidente nacional de su partido.

No obstante, durante el jaloneo entre el gobernador y el CEN del PRI, creció como espuma el escándalo de Trajamar. Y el asunto, como seguramente sabe, puso a Borge entre la espada y la pared.

Esta peculiar coincidencia nos lleva a pensar que el escándalo por Trajamar sería una feroz embestida contra el insistente gobernador.

Si quiere más pruebas, basta revisar la edición del lunes del periódico La Jornada. Según el diario, en los últimos 40 años, la superficie de manglar en la zona norte de Quintana Roo pasó de 3 mil 429 hectáreas a mil 569 hectáreas.

O si lo prefiere, que en ese tiempo, la reserva de mangles disminuyó en un 55 por ciento.

¿Y sabe quién dijo algo al respecto? ¿sabe cuántos protestaron? ¿sabe cuántos marcharon y cuántos se quejaron? En efecto, prácticamente nadie.

Durante años, los complejos hoteleros devastaron los manglares de Quintana Roo y nadie en la prensa, en la sociedad civil o en la clase política dijo algo.

Por eso insistimos, el caso Trajamar tiene una clara intención política. Quien no la ve es porque no quiere verla.