Muere la libre expresión; Turquía como México en 1976

El gobierno de Turquía nombró a un grupo de administración para hacerse cargo de Cihan, la segunda agencia de noticias más grande del país.

Además, hace días, el diario Zaman —crítico del Gobierno turco— fue confiscado por las autoridades.

De acuerdo con los periodistas de la región, la incautación de la agencia de noticias “es otro clavo en el ataúd del periodismo en Turquía”.

Para el primer ministro turco —Ahmet Davutoglu–, estas acciones corresponden a procesos judiciales y no responden a intervenciones del Ejecutivo.

Cabe señalar que la agencia Cihan está estrechamente vinculada con un movimiento islámico —dirigido por el clérigo estadounidense Fethullah Gülen— quien tuvo que exiliarse en Estados Unidos luego de las presiones del presidente turco Recep Erdogan.

Por donde se vea, lo que ocurre en Turquía es cuestionables, es reprobable y es una historia que ya conocemos en México. Como muchos saben, la censura fue una de las principales herramientas de los 70 años de gobiernos priistas.

El caso emblema lo vimos en 1976, cuando el presidente Luis Echeverría dio un “golpe” al periódico Excélsior y se apropió del medio.

Curiosamente –años más tarde–, en el proceso electoral de 1988 –el que detonó la alternancia en el 2000–; la “prensa nueva” –como La Jornada y El Norte–, jugaron un papel fundamental.

Es decir, que según parece, Turquía atraviesa por las mismas taras, traumas y excesos que México vivió hace 40 años. Y resulta llamativo que 40 años después, el escenario mexicano sea completamente distinto.

Cierto, en algunos estados persiste la cosquilla de la censura. Algunos gobernadores echan mano del acoso y la presión para silenciar a la prensa crítica. No obstante, hoy existen canales de televisión, estaciones de radio, revistas, periódicos y redes sociales donde los mexicanos publican, dicen y transmiten lo que les viene en gana.

Es decir, que a 40 años de la peor censura del priato, México avanza en el camino hacia la consolidación democrática. Nadie niega que hace falta reforzar la seguridad con que operan los profesionales de la información y tampoco sería válido ignorar las presiones de algunos mandos municipales y estatales; no obstante, si se compara el caso mexicano con el de Turquía –o con el México de los años setenta–, es evidente que estamos en otro mundo. En uno considerablemente mejor.