Moreira y los espectadores

México está gobernado por “espectadores”. Una clase política atenta y puntual a comentar, reseñar, declarar, en una palabra, “cotorrear” sobre el acontecer nacional. Les encanta “salir en la tele” y en los periódicos para “opinar” sobre la realidad nacional, pero se rehúsan a modificarla. Su “trabajo” siempre es “a posteriori”. Ni planeación, nunca anticipo y mucho menos definir preventivamente un rumbo porque se generan adeudos sociales. Nuestros representantes parecen estar satisfechos con el papel de locutores. Su tarea es narrar las “incidencias” de un partido de futbol para la radio y televisión desde un lejano palco… de bajar a la cancha, competir, sudar una camiseta, mejor “ni hablar”.

Si El Chapo sale de la cárcel, opinan sobre las deficiencias de los sistemas carcelarios del país; si matan a la alcaldesa de Temixco, estudian el “mando único” en la policía; si la Suprema Corte de Justicia de la Nación otorga un amparo para fumar mariguana, el parlamento organiza un debate; si Donald Trump insulta a los mexicanos, contestan; si el mismo Chapo regresa a prisión, analizan las anécdotas de su captura.

Quizá exagero. Pero muchos de nuestros gobernantes no están en el escenario del “teatro de operaciones”, ocupan plácida y cómodamente las butacas de los palacios de gobierno donde no mandan, sólo miran y comentan lo “políticamente correcto”. Sonríen, saludan, se retratan regalando computadoras… Y punto. No se “remojan”, no se comprometen, no se definen, no asumen riesgos.

El gobierno local de Sinaloa fue un mero “espectador” durante la captura de Joaquín Guzmán Loera. El presidente Peña fue clarísimo al acusar, por omisión, al gobierno sinaloense, cuando anunció la recaptura de El Chapo. Peña agradeció “el logro del Ejército mexicano y la Armada de México, de la Policía Federal, de la PGR y del CISEN”. Fue enfático y reiterativo al hacerles un reconocimiento “institucional y personal” a las fuerzas de seguridad “del país”, incluso dijo “son un orgullo para nuestra nación”. ¿Nada para el gobierno de Sinaloa? ¿Ni media palabra de gratitud? ¿De plano el gobierno de Mario López Valdez no hizo absolutamente nada digno de congratulación presidencial? ¿No prestó ni una patrulla, ni una oficina? ¿Estorbó mientras espiaban a Kate del Castillo?

Pero también como mero “espectador” fue exhibido el gobierno de México con la captura de Humberto Moreira, el otrora líder nacional del PRI. Ni un citatorio tenía en México. Ni un reclamo. Ni una queja en trámite. El gobierno se quedó mirando. Con Moreira en prisión, todos los políticos a lo suyo: palabreo de espectador.

Por cierto, un recordatorio sobre Moreira: en septiembre pasado en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el presidente Peña definió a los populistas como “individuos carentes de entendimiento, responsabilidad y sentido ético”. Pintó de cuerpo entero a Moreira: nunca entendió al gobierno sometido a límites legales; despilfarró dinero irresponsablemente, y el sentido ético no lo conoció. Moreira fue espectador y espectáculo. Pero si Peña entonces, en ese discurso ante la ONU, estaba pensando sólo en gobernantes latinoamericanos populistas, Moreira también le puede dar razón de su amigo el dictador cubano Raúl Castro.

Pero la tentación de ocupar la silla de “espectador” y “comentarista” de la política no es exclusiva de gobernantes, es la característica central de las dirigencias del PAN y PRD al buscar aliarse en los estados para renovar (es un decir) las gubernaturas.

Las coaliciones “pan-perredistas” añoran precisamente la búsqueda desesperada de esos palcos, poltronas y mecedoras (todos pagados por el erario público) para sentar a personajes sin compromisos ideológicos, a comentar el espectáculo de la realidad del país, que verán desfilar ante sus gobiernos incoloros. ¿No fue ésa la actitud del gobierno de coalición PAN-PRD de Sinaloa con El Chapo?, ¿y la lenidad en Oaxaca? ¿En verdad Agustín Basave quiere la alianza en Puebla? Basave dice condicionar su alianza en Puebla a cambio de otra en Tlaxcala. ¡Eso es falso! Basave simplemente no haya cómo salir de la ratonera en que se metió con Rafael Moreno Valle.

¿En Colima se perdió por falta de alianza? Cuando Basave militaba en el PRI antes de mudarse al foxismo, el PAN perdió en coalición con el PRD la gubernatura de Coahuila, gobernó el PRI y después, además, llegaron los dos Moreiras… Alianza no es sinónimo de triunfo, y sí de gobernantes espectadores. ¡Basave ingenuo! ¿Anaya también?