México tiene un nuevo fiscal, despacha en la radio y en la prensa

Por Marco Levario Turcott

México tiene un nuevo fiscal, despacha diariamente en la radio y en la prensa. Se trata de un fiscal enérgico, que dictamina mediante frases contundentes la culpabilidad o la inocencia de los personajes que él elige como ejemplo de su figura litigante. Parece abogado de la nación aunque sea juez y parte, digamos cuando sentencia la inocencia de algún líder del PRI que cuando exige, eso es lo suyo, exigir, la salida de la cárcel de la exlideresa del SNTE. El fiscal increpa en público al Presidente, sabe que es un intelocutor leído –sería un insulto para el país sino fuera así, creo que supone– y no es un interlocutor cualquiera, por ello le señala al mandatario por dónde sí y por dónde es inadmisible, incluso desde el podio pregunta si el Ejecutivo tiene miedo para acometer contra los malechores. También decreta que sí existe y que no existe. Entre esto el fiscal dice que lo sucedido en Tlatlaya es un invento, que ahí no pasó nada, no ocurrió una matanza ni fueron violados derechos humanos como muestran los documentos, la CNDH, los testimonios y hasta la PGR. Es el mismo que sabe de periodismo e iza la bandera del gran periodismo cuando declara que el cuestionario de Sean Pen es un trabajo estupendo, digno de los mejores que hizo Oriana Fallaci, así lo dictamina, aunque el propio señor Penn diga que su trabajo es un fracaso. Hoy, mientras despachaba como desde la más alta tribuna del país puso completito, claro, él lo considera material imprescindible, el corrido que habla de los fines aviesos del gobierno contra Kate del Castillo, que “de México demostró ser la grande” y Joaquín Guzmán. El fiscal sabe que esto tiene público y que ese público ruge cuando escucha a esos héroes; no importa que el criminal sea responsable de la muerte de más de 50 mil personas, entre ellos decenas de periodistas.

El fiscal también es diplomático, frunciendo el ceño y engolando la voz, o deslizando la pluma suavemente, envía abrazos, los recibe, acota, corrige, precisa, añade, regaña, pontifica, calla también, porque como todo fiscal conoce el valor de los silencios. En la radio actúa como Sherlock Holmes y junto con su querido Watson dice qué es elemental y qué no, y entre esas ríe, se escandaliza además de que define qué está bien y qué está mal, pero cuidado porque cuando se enoja parece implacable.

Es fiscal, periodista, despacho de comunicación social, abogado, locutor, investigador público y privado, guadaña de los políticos, paladín contra la caterva de malosos, voz en el desierto, guía de guías, maestro de maestros… México tiene un fiscal, sí. Se llama Ciro Gómez Leyva.

Tomado de Etcétera