Lula al banquillo; Brasil busca la verdad

Dicen que no hay plazo que no se cumpla. La mejor prueba se encuentra en Brasil donde, luego de meses de amenazas, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva fue llevado al banquillo de los acusados.

A Lula lo investigan por su presunta participación en una compleja red de corrupción en la petrolera carioca, Petrobras. Según se dice, durante los dos periodos de Lula en el gobierno brasileño –2003 a 2010–, se habrían desviado unos 3 mil 200 millones de euros, es decir, más de 60 mil millones de pesos al tipo de cambio actual.

Según se sabe, el operativo en contra del ex presidente brasileño comenzó la madrugada del viernes, cuando la policía cateó su casa y llevó a Lula ante la fiscalía de aquel país. Y es que, por primera vez, la fiscalía brasileña vio a Lula como el principal beneficiario de la red de corrupción al interior de Petrobras.

Anteriormente, el senador Delcidio do Amaral fue suspendido luego que confesó estar involucrado en lo que ya se conoce como el caso de corrupción más grande de Brasil. Por cierto, do Amaral aseguró que la red de complicidades alcanza a la misma presidenta en funciones, Dilma Rousseff.

Sobra decir que esta acusación es un golpe devastador para las aspiraciones presidenciales de Luis Inácio Lula da Silva, quien pretendía buscar la presidencia de su país por tercera ocasión en 2018. Según encuestas, mientras Lula dejó el poder con una aceptación del 80 por ciento, hoy sólo el 25 por ciento de los brasileños lo ven como un hombre honesto. A sí mismo, el 68 por ciento de los encuestados niega que el ex presidente tenga las credenciales para hablar de ética o de moral y, en una línea similar, la popularidad de la presidenta Dilma se encuentra por debajo del 20 por ciento.

Por lo pronto, Lula fue puesto en libertad -tras más de cuatro horas de interrogatorio–, aunque se sabe que la Policía Federal brasileña tiene, al menos, otras 33 órdenes de allanamiento y 11 de aprehensión en distintas ciudades cariocas.

Y a pesar de que Lula insiste en que él no participó en la red de corrupción de Petrobras, a pesar de que insiste que al final de la investigación estará listo para competir por la presidencia una vez más y a pesar de que el Partido del Trabajo –el partido de Lula–, confía en que logrará ganar la presidencia en 2018, todo indica que poco o nada queda del milagro brasileño del que se habló hace algunos años.