Lo que no mata fortalece; liberan al hermano de ex gobernador de Guerrero

A muchos no les gusta que se recuerde a Porfirio Díaz. El disgusto proviene de que fue un hombre sanguinario con los indígenas y, a pesar de fuerza política, no disminuyó el número de pobres.

En positivo y desde una visión política, Díaz le dio al país tranquilidad y, es cierto, con el uso de la fuerza, en muchas ocasiones desmedida. Sin embargo, duró 30 años y en este tiempo el país sufrió un cambio con la llegada de la incipiente industrialización.

El desgaste del poder, aunado al avance de la edad del general y a las ambiciones de sus aliados (Limantour y Reyes), devino en el cambio con Francisco I. Madero.

El método para llegar al poder en este periodo — conocido como Revolución Mexicana– fue el uso de las armas. Asesinaban al presidente; el primero fue Madero, le siguió Huerta, luego Carranza, y por último Obregón, por mencionar a algunos; hasta que llegó Plutarco Elías Calles y otra vez con el uso de la fuerza política y militar pacificó los ánimos.

Los siguientes 72 años con el PRI en el poder regresó la tranquilidad.

La política se convulsionó hasta los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu en 1994.

Desde entonces ya no ha habido magnicidios. Y de manera paralela arribó la democracia; es decir, la lucha del poder con la legitimidad de la mayoría de los votos.

También es cierto: entre los políticos hace falta que haya castigo a quienes abusan del poder. Todavía, en ese ámbito, continúa la impunidad.

Gracias a esos excesos es que se escribe que la política es como la rueda de la fortuna. Unos momentos se encuentran arriba y otros abajo; no desaparecen.

Como tampoco los entierran físicamente como aconteció durante la revuelta armada.

La clave para conservarse en el poder, dicen algunos políticos pragmáticos, se encuentra en aprender a no pelearse “ni siquiera con quien hace la limpieza”, porque en una de esas “suertes” y a lo mejor le cae la buena casualidad a esa “intendente” y puede ubicarse arriba, en un sitio de mando.

Otros políticos entienden que no existe la suerte, sino más bien es la oportunidad de cosechar amistades.

Con este último párrafo deseo ilustrar que el exgobernador de Guerrero, Ángel Aguirre Rivero, trae, como alguna ocasión mencionó Rubén Figueroa Figueroa, “el manto del Señor”, pues, como se puede observar, sigue con poder en la entidad.

Y para hacerlo patente, acaban de exonerar a su hermano Mateo de algunos delitos ante la Procuraduría General de la República.

Aguirre Rivero respira y, muy fuerte, y, eso indica que goza de cabal salud política. La política estrangula, pero no suprime. O como la sentencia la siguiente frase: lo que no mata, fortalece.