Las cuotas y los cuates llegan al constituyente de la CDMX

En este espacio hemos sido críticos de la reforma política de la Ciudad de México, de la elección de los diputados que conformarán la Asamblea Constituyente y de la propia constitución que se redactará y aprobará en dicho congreso temporal.

Aquí hemos dicho que la constitución capitalina difícilmente cambiará la vida diaria de los ciudadanos de a pie, hemos reprobado el gasto que implicará el proceso y hemos demostrado que, en buena medida, este proceso se convertirá en una lucha de vencidas entre los políticos que buscan más y mejores espacios en la esfera de poder.

Por eso, consideramos excesivo, innecesario y hasta absurdo que el Tribunal Electoral acepte la impugnación al acuerdo de elección de los diputados constituyentes. Es decir, que luego que un grupo de ciudadanos se inconformó por la naturaleza del acuerdo –que según dijeron no representaba a los capitalinos–, será necesario que el INE vuelva a discutir y a aprobar dicho acuerdo y que ahora incluya cuotas de jóvenes y cuotas de indígenas. A su vez, los partidos políticos se verán obligados a rehacer sus listas de candidatos y a incluir a los jóvenes e indígenas que –junto con las mujeres–, deberán cubrir las cuotas avaladas por el Tribunal Electoral.

Aquí no estamos en contra de la participación de mujeres, jóvenes o indígenas en asuntos de la vida pública. No obstante, creemos que las instituciones cuentan con los espacios y los mecanismos para dar cauce a estas exigencias.

Es decir, que resulta excesivo imponer una cantidad de diputados jóvenes, de diputados indígenas y de diputados mujeres para cumplir con las exigencias de las buenas conciencias. En realidad, bastaría con que los partidos políticos respondieran a las exigencias de sus simpatizantes, fueran sensibles a la naturaleza del electorado e impulsaran candidaturas representativas e incluyentes.

Es decir, que estamos convencidos de que el trabajo debe hacerse en las instituciones; de que el cambio se debe construir desde abajo; que los espacios se deben construir y no imponer por cuotas.

Al final del día, la cuota para jóvenes, indígenas y mujeres deja fuera a otros sectores vulnerables como los discapacitados, como los indigentes y como muchos otros grupos que seguramente no tienen los contactos y los medios para incidir en la toma de decisiones.

Y por eso, porque una cuota difícilmente será incluyente, difícilmente será representativa y difícilmente logrará que todas las voces de la sociedad se escuchen, creemos que no son la respuesta a una demanda legítima.

Ni hablar, una vez más, las instituciones cedieron ante la presión de las buenas conciencias.