La imagen que acompaña esta nota revela el rostro de una niña de origen afroamericano. Su nombre era Sha’Quille Kornegay y tenía cuatro años de edad cuando descubrió debajo de la almohada de su padre un arma de fuego.
La pequeña examinó el arma con curiosidad y sin saber accionó el gatillo cuando el artefacto apuntaba hacia su cráneo. De este modo perdió la vida de manera automática.
Cabe agregar que el padre de la menor dormía en la misma habitación donde ésta murió, y tenía permiso para portar y guardar un arma de fuego en su casa.
De acuerdo con las cifras, en Estados Unidos, donde ocurrió el caso anterior, en 2015 se registraron cerca de 278 disparos accidentales y en todos los casos las personas que accionaron los gatillos aún necesitaban ayuda para amarrarse las agujetas.
En este sentido, cabe agregar que apenas el día de ayer el senador panista Jorge Luis Preciado presentó una iniciativa para combatir la ola de violencia que se vive en la capital del país, la cual buscaría que los ciudadanos puedan portar armas de fuego en el trabajo, trasporte público y auto particular, y de esta forma actuar en legítima defensa si algún delincuente los ataca.
La propuesta es una iniciativa para reformar no sólo a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos, sino también a al artículo 10 constitucional.
De acuerdo con Preciado, con esta medida los ladrones pensarán dos veces antes de cometer un delito, ya que ahora se estará en igualdad de condiciones y el usuario o conductor tendrá la oportunidad de defenderse frente al robo o siniestro.
Sin lugar a dudas la propuesta llama la atención porque en algún sentido se parece a la ley para portar armas de fuego en Estados Unidos, la cual ha ocasionado la muerte de cientos de menores de edad, como el caso de Sha’Quille Kornegay, pero además también es la causante de que los tiroteos en las universidades de aquél país sean una situación constante que cada vez está más fuera de control.
