La importancia de apellidarse Fujimori

Dice el dicho que “de tal palo, tal astilla”. Sin embargo, la máxima parece no aplicar en Perú, donde el voto mayoritario favoreció –en la primera vuelta–, a la candidata presidencial Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori.

Como seguramente recuerda, el señor Fujimori gobernó Perú durante 10 años y actualmente purga una condena de 25 años por crímenes de lesa humanidad y corrupción.

A pesar de que la sabiduría popular sostiene que los padres son responsables de los actos de sus hijos, todo indica que el caso de los Fujimori podría ser distinto. Mientras que Alberto Fujimori es visto como un corrupto, la hija de Fujimori tiene una gran aceptación entre los peruanos.

Aparentemente, el apellido Fujimori no pesa a Keiko. Acaso por eso, hace días declaró que “es injusto cargar una mochila pesada por culpa de la corrupción de terceros”. Incluso advirtió que de llegar al poder, no indultará a su padre quien actualmente tiene 78 años de edad.

Para la candidata de “Fuerza Popular” –la señora Fujimori– la política no es nueva. Al cumplir los 18 años, Keiko se convirtió en “primera dama” de Perú. Previamente, sus padres se separaron en medio de escándalos que involucraron el presunto desvío de donaciones por parte de las hermanas del entonces presidente.

En el año 2000, cuando Fujimori renunció a su mandato presidencial por fax, Keiko dejó el Palacio de Gobierno de Lima entre investigaciones judiciales por, presuntamente, haber pagado sus estudios –y los de sus hermanos– con dinero de procedencia dudosa; dinero facilitado por el controvertido Vladimiro Montesinos, quien fue asesor de Alberto Fujimori.  

No obstante, luego de su victoria en la primera vuelta electoral, la candidata de centro-derecha llamó a dejar la historia atrás y a buscar la reconciliación de Perú. Dicen los enterados que Keiko pretende reivindicar el apellido Fujimori. Y no es para menos, después de todo, en 2011, Keiko fue derrotada en la elección presidencial –por el actual gobernante, Ollanta Humala–, quien apeló al voto antifujimorista.

Cinco años después, la importancia de apellidarse Fujimori parece menor. Aparentemente, el “discurso carismático” de Keiko ha logrado que los peruanos olviden las fechorías de su padre.