La historia del maestro tirano

I

 

Era una vez un señor llamado Rubén Núñez, originario del pueblo de Concepción Progreso, localizado en el municipio de Putla Villa, en Guerrero.

Siempre tuvo aspiraciones altas que fueron creciendo con el tiempo. Cuando era niño, soñó con ser el jefe de grupo Sexto B, de la primaria en la escuela Guillermo Prieto.

Después soñó con armar la revolución al interior de sus secundaria, la técnica 15 del municipio.

Y ya más grande descubrió su “vocación” por la enseñanza e ingresó a la Escuela Normal Experimental Lázaro Cárdenas.

Cuando concluyó sus estudios, Rubén no se conformó y optó por hacer la licenciatura en Lengua y Literatura, en Acapulco, mientras al mismo tiempo daba clases en secundaria.

El muchacho siempre quería más y más. Así que consiguió una plaza en la normal de la que egresó y de la que más tarde sería director por tres años.

Los ex alumnos de la institución lo recuerdan como el maestro bonachón, porque así actuaba y se veía… Pero lo que no sabían en esa época es que detrás de esa piel de cordero, acechaba un lobo feroz capaz de pisotear a sus semejantes con tal de conseguir sus objetivos…

De este modo, el pequeño cordero fue escalando hasta llegar a las altas esferas del poder magisterial, y ya estando bien posicionado, obtuvo la dirigencia de la afamada Sección 22, que en aquél momento todavía no perdía la credibilidad.

Al frente de aquél grupo disidente, Núñez se hizo de renombre, poder y fortuna. En las fiestas era el invitado de honor, de los bautizos era siempre el padrino, en las bodas y quince años daba siempre los mejores discursos…

Así, con su carrera crecía su ego y su ambición. Así conoció a más gente que le permitió llegar a la cumbre: ser el líder de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Era el sueño de cualquier anarcorevolucionariodeizquierda. Era SU sueño… Y si todo salía bien, si sus amigos también llegaban al poder… Tal vez en un tiempo podría llegar a ser el secretario de Educación.

-Todo a su tiempo-, pensaba Rubencito, como su madre todavía lo llamaba.

 

II

Rubén Núñez dejó pronto de ser un cordero y se convirtió en todo un lobo, capacitado para manipular a las masas, dotado de una labia que convencía a los desinformados.

 

III

Antes de proseguir con la historia, es preciso hacer una acotación, y es que cuando Núñez era joven, su madre lo descubrió leyendo Mi Lucha, del dictador Adolf Hitler. Y sobresale que en su biblioteca, se hallaban títulos como el Libro Rojo de Mao, los Sentimientos de la Nación de José María Morelos y Pavón -que estaba igual de gastado que la Brevísima Historia de la Destrucción de las Indias de Fray Bartolomé de las Casas–, y siempre le interesaron los temas relacionados con la inquisición española, la conquista de la Nueva España -a veces tenía veleidades de Hernán Cortés- y para variar, todo lo relacionado con las brujas de Salem. Otros de sus autores de cabecera eran Simón Bolívar, Simón Rodríguez, Karl Marx, Eduardo Galeano, Carlos Monsiváis, Anabel Hernández -por qué no-, Paulo Cohelo y Rius -pues, ¿a poco creen que sabe todo lo que dice saber porque lo aprendió en la escuela? El muchacho, hay que aceptarlo, era un poco flojo, ambicioso, pero flojo-.

Querido lector, ¿ha escuchado el dicho: “dime qué lees y te diré quién eres”? Justo por eso es relevante la anterior información, pues Rubén Núñez tenía gustos literarios un tanto extraños que podrían hacer creer que era todo un luchador de izquierda, o un potencial dictador -hay que resaltar que cuando Hugo Chávez publicó el Libro Azul, nuestro protagonista se hizo de éste al momento-.

 

IV

Llegando a este punto, podemos entender el comportamiento del señor Rubén, que en su intento por controlar al magisterio del país, emprendió una doctrina que sentaba las bases en la inquisición: sólo su palabra era verdad, sólo su palabra tenía poder.

Hay que decir que cuando Núñez comenzó a liderar la CNTE, el gobierno en turno buscó implementar una reforma educativa, la cual quitaba todo el poder al poderoso. La cual cambiaría la forma en la que la disidencia había controlado al sector educativo durante décadas.

Por supuesto, la iniciativa no gustó nada a Núñez ni a sus simpatizantes, por lo que comenzó a organizar una protesta que se prolongaría por más de dos años.

Manifestaciones, mítines y plantones serían la principal forma de hacer notar la inconformidad; no obstante, el resultado sería negativo, pues nadie creería en la causa del egocéntrico.

Después de verse derrotado, el señor Rubén se encontró enojado, lleno de odio… Así que encargó a su gente de confianza hacer justicia por él.

De este modo, en las calles de varios estados se vería lo que nunca antes en el siglo XXI: la persecución de maestros “traidores”, su exhibición en las calles y su linchamiento moral.

Rubén Núñez se convirtió en el villano, en el tirano que dejó desde hace mucho tiempo los intereses por la educación de los mexicanos y se enfocó en hacer crecer su poder.

 

V

El fin de Núñez está cerca… O al menos su mandato al interior de la CNTE está a punto de concluir. Sin embargo, sus prácticas inquisitoriales se han vuelto regulares.

Seguro tiene muchas preguntas, querido lector. ¿Qué pasará con la educación, con los docentes, con la misma CNTE? ¿La reforma educativa podrá vencer al rancio régimen magisterial? ¿Se verá caer al villano?

Lo cierto es que nadie atina el futuro, pero por el momento batalla seguirá un buen tiempo, ya que como siempre ocurre, cuesta mucho derrocar al tirano.

 

 

Los personajes de esta historia son de ficción, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

La narración surge a partir de las recientes acciones de la CNTE en las que seis maestros de Comitán, Chiapas, fueron vejados por instrucciones del magisterio.