La descomposición social de Estados Unidos empoderó a Trump

 

El día de ayer, se llevó a cabo el segundo debate presidencial de Estados Unidos en el que participaron el candidato republicano Donald Trump y la demócrata Hillary Clinton.

Sin embargo, más que un debate, el evento parecía un talk show en el que ambos aspirantes se atacaron con argumentos que nada tenían que ver con políticas o propuestas de gobierno.

En entrevista para La Otra Opinión, el ex director y académico del Centro de Investigaciones sobre América del  Norte, José Luis Valdés Ugalde, comentó que no es sorpresa que Trump haga de los escándalos su recurso favorito para atacar, pues así ha sido desde que se proclamó candidato en junio de 2015.

“El más grande enemigo de Trump es él mismo, su narcisismo. Este debate es la prueba de que se encuentra en una situación muy difícil en la que miembros de su propio partido lo han abandonado. Los republicanos le piden que claudique en la carrera presidencial, pero él no escucha”, explicó Valdés Ugalde.

Para el experto, en esta ocasión Trump hizo lo posible para usar una política de control de daños y buscó que el caso de Bill Clinton le diera ventaja; no obstante, todo terminó como una discusión de lavadero.

El investigador del CISAN puntualizó que entre los seguidores de Trump se encuentran las personas que en el 92 padecieron la crisis y sufrieron el rechazo laboral, por lo quedaron marginados y con poca educación.

“Este grupo lo sigue porque están enojados con la modernización y desarrollo que va más allá de un descontento económico. Ellos se reivindican por un derecho de raza, un problema de multiculturalidad”, finalizó José Luis Valdés Ugalde.