La corrupción nuestra de cada día, ahora en Volkswagen

Contrario a lo que muchos dicen, a lo que muchos piensan y a lo que muchos escriben, la corrupción no es exclusiva de los políticos, de los gobiernos, de los partidos o de la burocracia. En realidad, la corrupción está en todos lados.

Hoy día, la corrupción se encuentra en la empresa, en el deporte, en los medios, en la calle, en las escuelas e incluso en la familia. Si nos detenemos a reflexionar, será evidente que, alguna vez, todos hemos sido corruptos.

O si lo prefiere, que en lo que toca a la corrupción, mientras apuntamos un dedo hacia el servidor público o la figura de autoridad, otros tres señalan a nuestros cercanos o a nosotros mismos.

Lo anterior viene a cuenta porque, hace días, la empresa Volkswagen fue señalada por ocultar sus cifras de emisión de contaminantes.

Según se supo, los automóviles de esta compañía tendrían un programa de computadora que reduciría las emisiones durante las pruebas de verificación. No obstante, una vez terminada la revisión, los vehículos contaminarían hasta 40 veces más que lo permitido.

Es decir, que Volkswagen demostró que la corrupción es constante, es frecuente y está en todos lados. Incluso en el supuesto cuidado al ambiente, en la industria automotriz y en las grandes trasnacionales.

En entrevista para La Otra Opinión, el economista José Luis de la Cruz Gallegos explicó que la trampa de Volkswagen es la consecuencia de una empresa que no cuenta –o no respeta– un código básico de ética.

Es decir, que estamos frente a una compañía que faltó a un aspecto esencial de la responsabilidad empresarial: asegurarse de que la calidad de sus programas de cómputo funcionen de acuerdo a las reglas.

A partir de ahora, continuó el experto, Volkswagen tendrá que lidiar con las sanciones económicas, con los problemas legales, pero también con el detrimento en la imagen de su marca. Es decir, que el verdadero daño será en la credibilidad de la gigante alemana. ¿Por qué?

Porque una empresa que trató de engañar al mundo entero con 11 millones de autos tramposos, perderá buena parte de su capacidad de negociación y de certidumbre en la esfera empresarial.

Si bien, concluyó el Doctor de la Cruz Gallegos, Volkswagen tiene lo necesario para recuperarse y volver a la espiral ascendente que disfrutó durante meses, también es cierto que para lograrlo tendrá que reestructurar, transparentar y ajustar. Pero, sobre todo, Volkswagen deberá cuidar a sus eslabones más débiles: sus empleados.