¡Insólito…! Promueve AMLO rebelión del PRI

Muchos no se han enterado, pero la guerra político electoral entró a una etapa decisiva; la de acuerdos, pactos y traiciones “entre hermanos”.

Y si las señales están a la vista, el problema es que –más allá de los políticos–, pocos “ciudadanos de a pie” han descifrado los mensajes que envían los aspirantes al 2018 y tampoco las repercusiones de los acuerdos y las negociaciones.

Y el ejemplo de un mensaje poco entendido –y que es punta de la madeja de traiciones entre partidos–, es el que mandó el nuevo presidente del PRI, Enrique Ochoa, en su toma de posesión. Dijo –palabras más, palabras menos–, que en 2018 “el enemigo a vencer” para el PRI se llama PAN.

Y luego del mensaje quedaron más dudas que respuestas. ¿De verdad el enemigo a vencer para el PRI es el PAN?

Y si existían dudas sobre la postura del PRI y el gobierno federal –de que el enemigo del tricolor es el partido azul–, el jefe de los diputados federales y expresidente del partido, César Camacho, inició la guerra clara contra la más aventajada presidencial del PAN, Margarita Zavala, a la que acusó de “tener las manos sucias”.

Pero siguen las dudas. ¿La postura del PRI –de golpear al PAN y a la señora Zavala–,  quiere decir que AMLO y Morena no son un peligro para el PRI?

Aquí es donde “la marrana tuerce el rabo”. ¿Por qué?

Porque en el fondo, cuando el PRI, el gobierno de Peña y el jefe de los diputados del tricolor mandan el mensaje de que el PAN y la señora Zavala son sus adversarios reales, lo cierto es que le están hablando a la gradería del tricolor; al priismo de base y a los gobernadores.

Es decir, que de manera pública, los jerarcas del PRI están negando una potencial alianza del gobierno de Peña Nieto con el PAN de Ricardo Anaya.
¿Y por qué negaría el PRI una alianza inexistente para 2018?

Por una razón elemental. Porque no pocos gobernadores del PRI han sostenido encuentros con AMLO o con sus enviados, a los que el dueño de Morena dice o manda decir que les ofrece un pacto y les garantiza inmunidad, siempre y cuando los gobernadores del PRI apoyen la causa de Morena para 2018.

Dicho de otro modo, que López Obrador promueve una rebelión de gobernadores del PRI contra los intereses electorales del tricolor y contra el presidente Peña Nieto.

Obrador estaría pregonando entre mandatarios estatales del PRI que el presidente Peña habría pactado entregar el poder presidencial al PAN –en la figura de José Antonio Meade que, en esa hipótesis, sería un candidato perdedor–, a cambio de una salida tersa del poder, en 2018.

Por eso, y para desmentir públicamente la versión de AMLO –de que existe un acuerdo entre el presidente y el PAN para la entrega del poder–, desde todos los frentes del PRI y del gobierno de Peña se ha convertido al PAN y a la señora Zavala en enemigo número uno del tricolor, para 2018.

Y también por eso, López Obrador mandó el mensaje –el 11 de agosto en Acapulco–, de que en su gobierno “no habría represalias ni persecución de nadie” de la mafia del poder. Lo que pocos entendieron es que el mensaje era a los gobernadores del PRI. ¿Y por qué a los del PRI?

Porque el gobierno federal –el de Peña Nieto–, va en serio en la cacería de gobernadores pillos del PRI.

En realidad el mensaje de AMLO a los gobernadores del PRI es que en su “presidencia”, los corruptos del PRI serán perdonados. Claro, a cambio de que en 2018 lo apoyen para llegar a Los Pinos.

Y también por eso, hoy el PRI de Enrique Ochoa, encabezó encerrona privada –sin celulares–, con casi todos los gobernadores del PRI. El acuerdo fue “cerrar filas” en torno al presidente; se comprometieron a no respaldar la rebelión promovida por AMLO.

Al encuentro con el presidente del PRI no asistieron Javier Duarte, de Veracruz; César Duarte, de Chihuahua y Roberto Borge, de Quintana Roo.
¿No habrá rebelión contra Peña Nieto?

Al tiempo.