Impugnación ya es una regla no un recurso contra la ilegalidad

En cuestión de horas, todos los partidos derrotados en las urnas han advertido que buscarán impugnar el proceso electoral. Por ejemplo:

El PAN, PRD y Morena advierten que impugnarán los resultados de Oaxaca. Aseguran que hubo compra y coacción del voto.

Según el candidato derrotado, José Antonio Estefan Garfias, las cifras del PREP no son definitivas y tampoco vinculantes. En consecuencia, esperarán el conteo de actas.

En Tlaxcala, la dirigencia del PAN sostiene que hubo compra de votos y ya dijo que impugnará la elección.

El PRI adelantó que buscará echar abajo los triunfos de la oposición en Aguascalientes, Durango, Chihuahua, Veracruz, Quintana Roo, Puebla y Tamaulipas. Para ello, el tricolor desplegará 650 abogados que revisarán el resultado electoral.

Morena, por su parte, también desconoció los resultados de Veracruz y Zacatecas. Aseguran que harán públicas las irregularidades.

Y en la Ciudad de México, los resultados en tres distritos electorales tienen una diferencia de menos de mil votos entre el PRD y Morena. En consecuencia, ambos partidos amenazan con impugnar.

Sobre el tema, el Doctor Christopher Ballinas –experto en temas electorales–, explicó a La Otra Opinión que a pesar del sistema democrático en que vivimos, los partidos mantienen una tendencia a impugnar. Es decir, que muchos tratan de arrebatar en tribunales lo que no ganaron en las urnas.

Por definición, explicó el Doctor Ballinas, la impugnación es necesaria cuando no se respetan las reglas. No obstante, en los procesos electorales recientes, la impugnación se convirtió en la regla.

Y es que los candidatos derrotados saben que mientras se resuelven los procesos de impugnación, mantienen su capital político y están en posibilidad de negociar con los vencedores del proceso electoral.

Además, continuó el experto, la judicialización de las elecciones se es un gran negocio. ¿Por qué? Porque los partidos, los abogados y los jueces –todos– se benefician con el estira y afloja de estas negociaciones. Algunos ganan dinero y otros suman posiciones.

Por eso, aunque los intentos de impugnación lesionan la credibilidad de los procesos y ayudan a que los ciudadanos dejen de creer en las instituciones, los partidos –y sus candidatos– utilizan estos instrumentos para seguir medrando –hasta el último momento– con el aparato electoral.