Expertos hablan sobre Topo Chico

Otra tragedia

Macario Schettino

Por la noche del miércoles un motín en el penal de Topo Chico, en Nuevo León, dejó medio centenar de muertos. La cifra exacta sigue en duda cuando escribo esto, pero es irrelevante. Ahí mismo, hace exactamente cuatro años, otro motín se llevó 44 personas. Con números menores, ha habido muchos otros eventos en penales mexicanos.

Aunque fuesen criminales todos los que murieron, que no sabemos con certeza, se trata de seres humanos que mueren violentamente. En otro siglo, tal vez no tendría nada de raro, los humanos nos matábamos con mucha más frecuencia que ahora. Pero hoy, en un país que dice querer ser civilizado, estas tragedias son inaceptables. No es raro que haya motines en las prisiones, pero que esos motines se conviertan en matanzas es propio de sistemas carcelarios ineficientes y corruptos. No me extiendo en esas características, porque no es mi tema, y hay quienes pueden hacerlo mucho mejor. Ayer mismo Alejandro Hope (@ahope71) recordaba el texto que escribió hace cuatro años, precisamente tras el motín referido, del cual extraigo algunas cifras: sobrepoblación en penales de 124 por ciento; reclusos sin sentencia, 42 por ciento; de 43 mil reclusos federales, sólo 16 mil estaban en penales federales; en promedio, había 18 reclusos por celador, comparado con ocho en Estados Unidos. Eso era en 2012. Hope llamaba la atención a un punto que ha causado sobrepoblación: la disposición de los políticos a convertir cualquier delito en grave y establecer penas crecientes. El profesor Gabriel Regino (@gabrielregino) coincide con esa interpretación.

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Topo Chico, infierno grande

Jairo Calixto Albarrán

El distinguido y bien enguayabado lopezportillista al que se le ocurrió ponerle a los que antes de manera popular se les llamaba tambos el sereno y nada ambiguo título de Cereso (Centros de Readaptación Social) debió ser poseedor de un gran sentido del humor negro, pues en la realidad no se sabe si es más peligroso caer en esos antros de vicio y perdición o en una patrulla de la policía veracruzana. De hecho sé que hay un proyecto donde se pretende convertir al estado en un gran Cereso y para que se eduquen será administrado por el gran gobernatorJaviercito Duarte. De lo que se trata es de administrar mejor los recursos, no duplicar funciones, alentar la creación de sinergias y abrir nichos de oportunidad. Es como lo que quiere hacer Mikel Arriola en el IMSS que, inspirado en el legado de su tecnócrata antecesor, pretende hacer más eficiente a una institución que tiene el pequeño problema de que no trata con números, sino con personas con problemas de salud.

Comoquiera que sea, hasta donde hay constancia, diría Jim Morrison, de los Cereso nadie sale vivo ni readaptado. Pero ni falta que hace, pues la experiencia de vida es superior, ya que de manera estrictamente pedagógica se juntan 12 reos en éxtasis dentro de una celda más pequeña que el baño en una casa de interés social; hacen convivir a reos de altísima peligrosidad y muy poca jefecita con compatriotas que si acaso se robaron un Bubulubu y un Frutsi, y se permite de buena gana que el lugar no lo administre la autoridad sino los propios reos —si es unzeta mucho mejor— como una muestra de fe en la humanidad. No se crea que por temas relacionados con la corrupción y esas cosas que solo están en el imaginario colectivo.

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Los topos del Topo

Felipe Díaz Garza

La pérdida del control de las prisiones no es culpa del ex priista Jaime Rodríguez Calderón. Si acaso, es culpable de no poder con el paquete que recibió. El control se ha perdido desde hace varios sexenios, incluido el de Fernando Canales.

Desde luego que la preponderancia creciente de la delincuencia organizada y su combate más o menos efectivo por parte de las autoridades promovieron tal pérdida de control, al traducirse en el incremento poblacional de las cárceles que, en noviembre de 2013, tenían una sobrepoblación del 31.5 por ciento y un déficit de 4 mil 600 celadores; 891 custodios debían mantener controlados a 8 mil 739 reos.

La cifra deficitaria de celadores, informada por las propias autoridades penitenciarias, fue refutada por el vocero estatal de seguridad del gobierno, quien reclamó que el déficit era en realidad de 3 mil celadores, lo que seguía siendo abrumador y extremadamente peligroso.

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La bronca de El Bronco

Francisco Garfias

Al gobernador Rodríguez le llovió por los acontecimientos del penal. “Es la primera bronca de El Bronco”, ilustró el senador del PRD Miguel Barbosa.

La partidocracia se montó en los acontecimientos en Topo Chico para desacreditar las candidaturas independientes.

El pintoresco personaje —sus colaboradores lo describen como una mezcla dePedro Infante y El Piporro – fue el centro de las críticas.

Le reprocharon, una y otra vez, dedicarse más a promover “el partido de los independientes” que a gobernar su estado.

Una y otra vez preguntaron por qué no se renovó el convenio con la Federación para que las fuerzas armadas se encargaran de la seguridad en los tres penales de Nuevo León.

El convenio fue firmado luego del motín que se produjo en la cárcel de Apodaca en el 2012. Allí murieron 44 personas. Venció en septiembre pasado.

A El Bronco lo tupieron de  izquierda a derecha. “Es bien sabido que Nuevo León no tiene gobernador ni sábados ni domingos. ¿Que van a hacer?”, preguntó el senador perredista Fernando Mayans a su colega panista Raúl Gracia, paisano deRodríguez.

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Topo Chico, infierno grande

José Cárdenas

La caducidad del sistema penitenciario queda demostrada, otra vez…

Además del medio centenar de víctimas mortales y una docena de lesionados graves, el primer gobernador “independiente” de Nuevo León recibe su bautizo sangriento por una de las peores masacres carcelarias en la historia del país.

Fue una batalla entre criminales zetas por el control del penal, que agarró dormidos a El Bronco Jaime Rodríguez y a su equipo. Dos horas tardaron en reaccionar las autoridades. Poco control, falta de interés y negligencia propiciatoria de ingobernabilidad, son las acusaciones en su contra.

Además de la tragedia humana, Topo Chico evidencia una tragedia moral; la enfermedad endémica del sistema carcelario y del Sistema de Justicia Penal.

La vieja cárcel, ubicada en Monterrey, está sobrepoblada; tras las rejas sobreviven casi cuatro mil internos, más de los que pueden caber.

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Topo Chico: todo entre zetas

Yuriria Sierra

Al final, todo pasa porque nada funciona bien. ¿Qué hacían delincuentes que debían estar en cárceles federales en un penal local? Desde ahí existen razones para pensar que el motín que se registró la madrugada de ayer pudo haber sucedido antes. De nuevo llegamos al asunto del hacinamiento, que se vive en todas las cárceles de nuestro país. Todas alojan a más reclusos de los que pueden recibir. El de Topo Chico es el incidente más trágico, de los más mortíferos en la historia no sólo de Nuevo León, sino del país, casi como el atentado al Casino Royale, donde murieron 52 personas. Y no sólo es sobre la cantidad de reos en cada penal, sino también el número de custodios que les son asignados: “Ahí es imposible tener un tema de resguardo total, de intervención inmediata; el terreno está en el centro de la ciudad. Tenemos un penal viejo, un sistema de protección viejo, muy deteriorado y que no da las condiciones para que podamos intervenir pronto, además de que tenemos un déficit en el tema de custodios, porque nadie quiere ser custodio en una situación de esa manera”, me dijo ayer Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, en entrevista para Titulares de la tarde enExcélsior Televisión, cuando le pregunté las razones por las que se dan este tipo de motines. Claro, no son los únicos.

Hasta el momento en que se escriben estas líneas, y según el gobernador, se contabilizan 49 reos muertos:“Ya tenemos todos los cuerpos localizados fuera del penal, espero que no haya más. Tenemos un número de 49, 44 de ellos que sí se pueden identificar y cinco que tendríamos que hacer un proceso diferente de identificación…”. Desafortunadamente, seis de los heridos se encuentran en condiciones graves, por lo que la cifra se puede elevar.

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Topo Chico, infierno grande

Carlos Urdiales

49 muertos 49. Más doce heridos, cinco de ellos graves, son el resultado de una riña entre dos reclusos de la cárcel de Topo Chico, Nuevo León, El Z-27 y El Credo, así, se reactivó el fuego de un infierno sin purgatorio, sin escape.

La problemática del sistema nacional penitenciario está sobrediagnosticada y subatendida. Motines, secuestros y extorsiones operadas vía telefónica desde los interiores, asesinatos, suicidios y escapes de fantasía por túneles reales.

En México, 65 por ciento de las cárceles son de autogobierno o cogobierno, están sobrepobladas y no existe una política penitenciaria adecuada para enfrentar la problemática que las define, afirma Elena Azaola Garrido, profesora investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), que pertenece al Sistema de Centros Públicos de Investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

Sobrepoblación en las 379 prisiones existentes a nivel nacional (307 estatales, 60 municipales, 12 federales), que ha promediado 25 por ciento durante los últimos 10 años y en algunos casos rebasa 60 por ciento.

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Morir en Topo Chico

Bibiana Belsasso

A las 23:30 horas del pasado miércoles un enfrentamiento entre dos grupos de internos en el penal de Topo Chico, en Nuevo León, dejó 49 muertos y 12 heridos. Todo empezó por dos grupos rivales que se disputan el control de la prisión. Uno liderado por Jorge Iván Hernández Cantú, El Comandante Credo, y el otro por Juan Pedro Saldívar, El Z–27. Fuentes penitenciarias revelaron que el origen del motín fue el asesinato de Jorge Iván Hernández Cantú, quien perdió la vida a manos de sus rivales, cuando intentó fugarse. Desde tiempo atrás tenía una disputa con Juan Pedro Saldívar por el control del reclusorio.

No es un secreto: se sabe que Topo Chico es manejado por Los Zetas y que entre ellos hay grupos enfrentados entre sí. Desde sus inicios, en los noventa, cuando comenzaron como exmilitares que brindaban protección a Osiel Cárdenas Guillén, y fungían como el brazo armado del Cártel del Golfo, evidenciaban una violencia terrible.

En el motín que se acaba de vivir esa violencia se pudo ver. Los 49 fueron asesinados en su mayoría con objetos punzocortantes. Narran, los que vieron esa escena, que había charcos de sangre por todas partes.

Lo sucedido era de esperarse. Hay más de 400 centros de reclusión en México y 110 de éstos presentan autogobierno. Esto quiere decir que los mismos reos controlan el inmueble. A esto hay que sumarle la sobrepoblación: en Topo Chico hay 40 por ciento más de internos en el bloque de los hombres y 63 por ciento más en el área de mujeres. Existen ahí 3 mil 800 presos y casi todos los penales estatales del país están en situaciones similares.

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