En México, Lula seguiría como si nada

Todos sabemos que la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, trató de encubrir a su padre político –el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva–, al ofrecerle un puesto en su gabinete.

Y también sabemos que un juez revocó el nombramiento de Lula pues demostró –con una grabación–, que la acción de Lula había sido un acto deliberado para frenar la acción de la justicia.

Este incidente nos permite reflexionar, ¿qué habría pasado si los jueces mexicanos fueran como los brasileños? ¿cómo sería el escenario político en México si existiera un balance real de poderes?

¿Andrés Manuel López Obrador habría acogido a Marcelo Ebrard en la secretaría de Desarrollo Social del Distrito Federal luego del linchamiento en Tláhuac?

¿Marcelo Ebrard sería diputado?

¿Julio César Godoy Toscano, el narcodiputado, habría rendido protesta?

¿Jesús Reyna, vinculado con La Familia Michoacana, habría sido gobernador interino de Michoacán?

¿José Luis Abarca, ex alcalde de Iguala, habría llegado al poder?

¿Lucero Sánchez, la Chapodiputadoa, seguiría en el cargo?

¿Alfredo Castillo habría llegado a la Comisión Nacional del Deporte después de su cuestionable actuación como responsable de la seguridad en Michoacán?

¿René Bejarano habría regresado a la vida política?

¿Arturo Escobar, ex vocero del Partido Verde, habría llegado a la secretaría de Gobernación?

¿Humberto Moreira habría puesto a su hermano en el gobierno de Coahuila?

En entrevista para La Otra Opinión, el Doctor Fernando Nieto –investigador y profesor del Colegio de México–, explicó que si bien México y Brasil mantienen paralelismos, también es cierto que difieren en puntos importantes. Por ejemplo, la indignación social en Brasil se ha traducido en consecuencias concretas para los actores políticos brasileños; además que en Brasil –a diferencia de México–, los tres poderes son independientes y son famosos los antecedentes de procesos judiciales –por casos de corrupción–, en contra de funcionarios de altísimo nivel.

Para Nieto, Dilma Rousseff trató de justificar la incorporación de Lula –ante los medios y la población– con la carta de su amplia experiencia. No obstante, el tiro le habría salido por la culata pues la sociedad se mostró indignada con la decisión de su presidenta. Es así que, para el experto, no sería raro que el gobierno de Dilma termine en medio de escándalos e incluso en una renuncia.

En el extremo opuesto, concluyó el académico, México ha dejado claro que no es capaz de construir contrapesos, que los tres poderes no se contienen sino se solapan y que frente a los casos de corrupción, muchos prefieren cruzarse de brazos y asumirlos como un asunto cultural.

Por eso, con las evidencias que se tienen, todo apunta a que si Lula viviera en México… seguramente sería Ministro y viviría como si nada.