Aunque faltan casi 7 meses para elegir al nuevo gobernador de Veracruz, la temporada electoral ya comenzó y, con ella, las intrigas palaciegas, los golpes bajos y la formación de alianzas.
La primera que se descubrió fue la no muy secreta alianza entre el PAN y el PRD. Ayer, en rueda de prensa, los dirigentes locales de ambos partidos —de los azules José Mancha Alarcón y Rogelio Franco Castán por los amarillos– anunciaron el “Frente Amplio Opositor por el rescate de Veracruz” con el que tratarán de echar al PRI de un gobierno que, históricamente, ha sido suyo. Hoy pocos dudan que el candidato aliancista será, de nueva cuenta, el impresentable Miguel Ángel Yunes Linares, que ya compitió en 2010 abanderando al PAN y a Nueva Alianza.
Y, al parecer, el anuncio de matrimonio PAN-PRD también fue el inicio de la guerra electoral, pues se sabe que es cuestión de días para que ambos partidos impulsen un juicio político en contra del gobernador Javier Duarte por el presunto desfalco del Seguro Popular –la Auditoría Superior de la Federación ya había hecho diversos señalamientos por las irregularidades detectadas en las cuentas–. El golpe, más que legal, será político y buscará desprestigiar más el gobierno duartista… si eso todavía es posible.
Pero, como ni Duarte ni el PRI son mancos, ya empezaron a maquinar y a negociar por debajo de la mesa para desfondar a los aliancistas.
El primer flanco de la ofensiva priísta será arrebatar al PRD las alcaldías que actualmente tiene en su poder. Y esto, como se sabe, avanza con éxito. Aquí dimos cuenta de que en las últimas semanas seis alcaldes del PRD decidieron cambiar de membrete e irse –o volver, en algunos casos– con el PRI. Las razones que dieron los ahora experredistas fueron de risa loca: que, con la alianza con el PAN, el PRD ya no representaba a la izquierda. ¿Y qué hicieron en consecuencia? Se fueron a buscar la verdadera izquierda en el PRI. ¿Alguien cree que esta pandilla de supuestos izquierdistas tuvo más motivaciones que las económicas? Se sabe, además, que pronto habrá más bajas en el cuartel amarillo y hasta en el azul; bajas que, por supuesto, se sumarán a las filas del partido en el poder.
Para el segundo, el gobierno de Duarte ocupará los servicios de Morena. Las elecciones de junio pasado dejaron como tercera fuerza política en Veracruz al partido de Andrés Manuel, sólo detrás del PRI –que arrasó– y de un disminuido PAN. El PRD apenas figuró en la contienda. En estas condiciones, se dice que el gobierno hará su “inversión” en Morena para desplazar al PAN del segundo puesto y, con ello, lograr que la alianza PAN-PRD llegue sin fuerza a las urnas.
Con esta estrategia que se mueve por dos flancos, el PRI lograría arrancar al PRD la poca estructura que tiene en el estado y ponerla al servicio del candidato oficial; así como debilitar al PAN haciendo crecer lo necesario a la Morena de AMLO.
Cumplidos estos dos objetivos, cualquiera que sea el candidato del PRI –la prensa local señala que son dos los “delfines”: el senador Héctor Yunes o el nuevo presidente del PRI veracruzano Alberto Silva– tendría la “mesa puesta” para relevar a Javier Duarte en la “minigubernatura” de dos años.
Finalmente, hay que agregar que todo indica que Duarte ha logrado conjurar la amenaza de ruptura en el PRI y que, al parecer, el aspirante rebelde, José Zorrilla, se alineará con su partido.
