#Elección2016 ¿Cómo van las alianzas entre el PAN y el PRD?

Todo indica que el entusiasmo aliancista de las cúpulas del PAN y el PRD no se ve del todo reflejado en las estructuras locales de esos partidos.

Los reportes son constantes. Ricardo Anaya y Agustín Basave –presidentes del PAN y PRD, respectivamente– las mencionan y las apoyan, y atan y desatan los hilos de este acuerdo y de aquel. Quitan y ponen, y tejen y destejen. Y, mientras ellos deciden en las alturas, en algunas de las dirigencias estatales de ambos partidos se organizan las revueltas y, en otras, quizá más dóciles o quizá abiertas la negociación, dan luz verde a las alianzas.

En el primer caso se encuentran los estados de Puebla y Tlaxcala, puntos donde el tejido podría hacérseles nudo a los panistas y perredistas. Y ahí el principal atorado sería, sin duda, “góber bala”, Rafael Moreno Valle. ¿Por qué?

Porque, como en este espacio hemos referido, Moreno Valle se juega sus aspiraciones presidenciales en 2016, cuando se renueve el gobierno de su estado. Por tal motivo, desde su oficina se impulsa –¿se fuerza?– una alianza entre el PAN y PRD, partidos que, hasta ahora, el gobernador ha logrado manejar a su antojo a nivel estatal, y cuyas decisiones ha influenciado a nivel federal.

Sin embargo, a pesar del ahínco con que se busca unir esas dos fuerzas, entre los amarillos hay indicios de una rebelión. Pues, de acuerdo con la lideresa estatal del PRD en Puebla, Socorro Quezada, el partido sigue analizando la conveniencia de unirse al PAN o si, por el contrario y excluyendo a los azules, buscaría a Morena y Movimiento Ciudadano para alinear a toda la izquierda.  

Aunque la anterior podría ser una estrategia de los perredistas para encarecer la alianza y conseguir más espacios, una posible ruptura entre el PAN y PRD en Puebla sería también el punto donde comenzarían a quebrarse las endebles alianzas en otros estados, principalmente del centro y sur del país. No hay que olvidar que, al parecer, así como el mandatario poblano empuja la alianza en su estado, su mano llega también a Oaxaca, Veracruz y Tlaxcala. Así, el fracaso en Puebla –donde al PAN no le alcanza para ganar la gubernatura sin sumar al PRD– podría ser el fracaso en otras entidades; y, en consecuencia, el triunfo casi seguro del PRI.

Pero donde el hilo de los aliancistas corre más peligro de enredarse es en Tlaxcala. De acuerdo con Milenio, la senadora panista Adriana Dávila ha amenazado con dejar su partido en caso de que el blanquiazul acepte unirse al PRD en aquella entidad. Y es que, por lo que se sabe, el matrimonio de panistas y perredistas en Tlaxcala entregaría la candidatura a los segundos y la beneficiada sería otra senadora, la popular expriísta y neoperredista Lorena Cuéllar.

Eso no ha gustado a Dávila, que también aspira a gobernar el estado y quien fuerte y quedo ha expresado su oposición a la alianza. Si ella saliera del PAN, el partido y, por tanto, la alianza quedarían debilitados; además de que, dada la buena relación entre la senadora Dávila y el gobernador Mariano Zarur, se abriría la puerta para que aquélla sumara su capital político al candidato del PRI.

¿Si las candidaturas aliancistas se caen en el Tlaxcala o Puebla corren peligro las de Veracruz y Oaxaca?

Por otro lado, donde las pláticas entre el PAN y el PRD parecen avanzar sin tropiezos es en Zacatecas. Ahí, el Consejo Político Estatal del Partido Acción Nacional aprobó una coalición con la izquierda perredista y, según lo dicho por  Arturo López de Lara, dirigente local del blanquiazul, ahora falta que el Sol Azteca haga lo propio. Se dice que en Zacatecas, el PRD definiría al candidato.

También en Colima, Durango, Tamaulipas, Chihuahua, Aguascalientes e Hidalgo se reporta que las alianzas van por el rumbo adecuado y quedan indefinidas las situaciones de Quintana Roo y Sinaloa –donde los límites entre el PRI, el PAN y el PRD son difusos–.